Editorial

El paso histórico entre Cuba y EEUU

Con el restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana cae el penúltimo telón de la guerra fría

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El aislamiento no ha funcionado. Lo ha dicho el presidente Barack Obama en reconocimiento del fracaso absoluto de una política que ha durado medio siglo. Tampoco ha funcionado el sinfín de acciones encubiertas para acabar con Fidel Castro y con el régimen comunista cubano. Hay cosas que hasta un ciego puede ver, como la inutilidad del embargo que solo ha servido para castigar a la población civil, que ha privado a EEUU de un vecino comercial y ha limitado su influencia en América Latina.

Han tenido que pasar todas estas décadas; ha tenido que acercarse el final del segundo mandato de un presidente con, hasta ahora, un escaso legado en el frente internacional; ha tenido que surgir una nueva y constructiva generación de cubanos de Miami; ha tenido que caer el precio del petróleo doblegando a los históricos valedores de La Habana, como Rusia y Venezuela, y ha tenido que llegar al Vaticano un papa latinoamericano para que las relaciones entre EEUU y Cuba, dos países separados solamente por un brazo de mar de 150 kilómetros (la distancia existente entre Barcelona y La Jonquera), dieran un tumbo radical.

El apretón de manos entre Obama y Raúl Castro ahora hace un año en Sudáfrica, en el funeral de Nelson Mandela, fue interpretado como la señal de que algo empezaba a cambiar. En realidad, ambas partes ya hablaban. Con el histórico anuncio de ayer no acaba, sin embargo, el contencioso. Ahora deben empezar las negociaciones entre Washington y La Habana para el restablecimiento de relaciones y Obama deberá superar el escollo de un Congreso rijoso que puede rechazar la normalización de relaciones con el régimen cubano. Pero el paso más importante ya se ha dado y con él ha caído el penúltimo estertor de la guerra fría (queda Corea).

A Obama, la solución al conflicto entre Israel y Palestina, el más largo de la historia contemporánea, se le sigue resistiendo del mismo modo como se resistió a sus antecesores, pero en esta etapa final de su último mandato el presidente ya tiene un legado que dejar y es el de la normalización de las relaciones con Cuba. Otro podría ser Irán. Al fin y al cabo, los mismos argumentos presentados ahora por Obama sobre el embargo y el restablecimiento de relaciones también podrían servir para poner fin al contencioso con Teherán.