Dos miradas

De paso

Tan pronto la independencia es el único camino que queda por recorrer, como se celebra con sospechosa alegría la vía de un referéndum

El 'president' Carles Puigdemont, durante la rueda de prensa que ofreció tras su reunión con Mariano Rajoy.

El 'president' Carles Puigdemont, durante la rueda de prensa que ofreció tras su reunión con Mariano Rajoy. / DAVID CASTRO

EMMA RIVEROLA

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Puigdemont está de paso. Asegura que no optará a la reelección como 'president' ni a la secretaría general de CDC. Reitera su condición de presidente de una etapa. Una legislatura que se anunció de 18 meses, pero que ahora parece haber perdido sus términos temporales y, quizá también, sus principios programáticos.

A medida que se extiende el plazo original, crece la indefinición. Y tan pronto la independencia es el único camino que queda por recorrer, como se celebra con sospechosa alegría la vía de un referéndum. Quizá porque se antoja imposible que el Gobierno central lo apoye nunca. Quizá porque su celebración supondría un área de descanso para un viaje incierto.

Ni el uso de un vocabulario grandilocuente, por suerte cada vez más prosaico, ni el incansable entusiasmo de los voceros y los medios propagandísticos, ocultan el silencio de la nadería. Ninguna novedad en las famosas estructuras de Estado. Ningún avance en la concreción de la hoja de ruta. Por no hacer, ni se legisla. En lo único en que se avanza es en la peligrosa suma de despropósitos del adoctrinamiento y en la identificación de los desafectos al régimen.

Es bueno que los políticos no quieran eternizarse en sus cargos. Es positivo que se sientan parte de un proyecto colectivo. Pero la renuncia preventiva de Puigdemont no ayuda a creer en la solidez de la apuesta independentista del Govern. Más bien la instala en la provisionalidad. Incluso en el oportunismo.