Boicot a la exposición del Born

Pasmarote

No se trata de una visión de la historia sino una página de arte contemporáneo. Deberían trasladarla el CCCB

Un equipo municipal retira la estatua ecuestre de Franco ante el Born, tras ser derribada.

Un equipo municipal retira la estatua ecuestre de Franco ante el Born, tras ser derribada. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Al final, resulta que la polémica exposición era una 'performance'. Ahora se entiende todo. Pisarello no lo había querido decir antes porque habría roto el discurso teórico y la posibilidad de llevar a la práctica la idea inicial. No se trataba de exhibir porque sí la estatua ecuestre de Franco -este Gattamelata de provincias, grandilocuencia fascista-, sino de convocar a la ciudadanía para que la usara como muñeco de feria, dispuesto a recibir, impertérrito, impactos de huevos y de pintura, muñecas hinchables en la falda, cabezas de tocino, banderas con el arco iris y más huevos y más pintura.

Si la propuesta municipal se hubiera hecho explícita como una acción performativa, no habría tenido ningún sentido como tal. Se trataba de enmascararla con el aparato crítico de la teoría - la presencia pública del franquismo en la calle y la impunidad de la rémora dictatorial- y, después, una vez salpicada, insultada y, finalmente, derruida, incorporar la estatua de Franco (y los "ataques ciudadanos", como dice Pisarello) al discurso expositivo.

Es decir, los responsables de la exposición ya sabían que pasaría lo que ha pasado. Incluso lo deseaban. El Franco de bronce se ha convertido en un pasmarote que ha recibido los golpes y que ha cogido cuerpo como símbolo de una sociedad que aún vive bajo los efectos del olvido urdido en la Transición. Si es así, no se trata de una exposición sobre la historia sino una página de arte contemporáneo. Deberían trasladarla el CCCB.