La rueda

Pascua antes de Ramos

RAMON FOLCH

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Ultreia es un término latino que significa «vamos adelante» (ultra, más allá; eia, interjección de movimiento). Lo usaban los peregrinos medievales que iban a Compostela como saludo cuando coincidían en el Camino de Santiago. «¡Ultreia!», decía uno; «¡Et suseia!», respondía el otro (es decir, «vamos adelante» y «vamos más arriba»). Me he reencontrado con estas expresiones viendo Die Pilgerin, una miniserie alemana recién estrenada.

El término me transporta al nacionalcatolicismo de mi infancia, en los años 50. Castellanizado en Ultreya, designaba un movimiento evangelizador (apenas catequético, de hecho) llamado Cursillos de Cristiandad. Era algo muy carca y francamente innecesario, porque en aquel entonces andábamos sobrados de movimientos piadosos más o menos fundamentalistas: Acción Católica, Santa Misión, etcétera, etcétera. Hurgando en internet, he visto que todo ello subsiste en la España profunda.

A los lectores jóvenes les parecerá extraterrestre. Mejor. Aunque no del todo, porque hemos acabado tirando al niño con el agua sucia de la bañera, como dicen los anglófonos. En un par de generaciones hemos pasado de aquellas «juventudes católicas de España, galardón del ibérico solar...» (inicio del himno de Acción Católica) a no saber por qué hoy se come la mona. Europa entera se llena de huevos de Pascua, pero pocos saben qué fiesta se celebra.

De la mujer embarazada antes del matrimonio se decía que había hecho «Pascua antes de Ramos»; o sea, que había puesto la cohabitación por delante de la boda. La expresión resulta ahora incomprensible, porque casi nadie fue a bendecir la palma el domingo pasado y muy pocos sabrían explicar en qué consiste la Pascua. Eso aquí, porque en España la derecha gobernante sigue permitiendo que los obispos ultras, como siempre, impongan su criterio. Revelador.