Editorial

El paro no remite

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Los datos del paro del inicio de este año no resultan especialmente optimistas. Aunque no tenga una relación directa, parece que la incertidumbre política tras las elecciones del 20-D se ha reflejado en la atonía del mercado laboral. Es cierto que el primer trimestre del año no es el mejor momento para las cifras en España. Han concluido los contratos de la temporada navideña y las referencias con el periodo anterior son peores. Pero tanto en el 2014 como el año pasado las cosas fueron mejor.

Nos hemos quedado estancados en los 4.790.000 parados y en una tasa del 21% de desocupados. La gran excepción ha sido Catalunya, que ha logrado una reducción neta de desempleo y deja la tasa en el 17,42% en línea con la mitad norte de España (incluido Madrid) donde es inferior al 20%, mientras que la mitad sur se mantiene entre el 25% y casi el 30%. Hay varios signos de preocupación si observamos la tendencia y hacemos una proyección para este año y el siguiente. Hemos pasado en el 2015 por el momento punta de la recuperación actual, con un crecimiento superior al 3% y entramos en una fase menos acelerada (2,7% para este año y 2,3% para el próximo) pero seguimos con el segundo índice más alto de paro de Europa. Es decir, nuestra economía es el peor ejemplo de ocupación incluso en la etapa en que hemos encabezado el crecimiento europeo. Somos líderes en paro (por detrás de Grecia), también lo somos en déficit público (5,1%) y nuestra deuda roza el 100% del PIB. No son buenos ingredientes para mirar al futuro si, además, el viento de cola de la economía internacional que nos empujaba sopla con menor fuerza y la política de expansión crediticia del BCE no es suficiente para reactivar la maquina productiva europea. No hay que olvidar tampoco que la población activa -la que está en edad de trabajar y busca empleo o lo tiene- es algo superior a 22 millones de personas, un millón menos que al inicio de la legislatura del PP, lo que se traduce en jóvenes que han marchado en busca de trabajo, y parados que han renunciado a encontrarlo.

En definitiva, un panorama no tan bueno como el que presenta el PP sobre sus logros. Y, al final, una pregunta que no podemos dejar de hacernos: hemos aprobado dos reformas laborales cuyo objeto final no era facilitar el despido sino fomentar la creación de empleo, ¿de verdad han sido útiles para esto?