Paranoia política

JOAQUIM COLL

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Me pregunto qué explica que Raül Romeva, cuya trayectoria política está en la llamada izquierda alternativa, se haya pasado a las filas del separatismo exprés. Pues seguramente que comparte un punto de fijación paranoica con algunos de los integrantes de la lista Junts pel Sí. «Nos han apaleado de arriba a abajo» o «si no gana el , la respuesta del Estado será beligerante contra Catalunya y el retroceso será imparable», son afirmaciones suyas de las últimas horas.

Si repasamos la hemeroteca, vemos que Romeva ya empezaba a dar síntomas de obsesión aguda en el 2012 cuando promovió junto a otros eurodiputados soberanistas una carta a la Comisión Europea pidiendo amparo y protección ante una posible invasión del ejército español. «Cuando a uno le pasan los aviones cazas por la cabeza, y no se lo espera, se genera incertidumbre» o «Catalunya necesita tener garantías de que no será atacada», declaró. Ese año ya había traspasado el ridículo cuando se alineó con la petición del convergente Ramon Tremosa para que Bruselas condenara el pisotón que sufrió Messi por parte de Pepe en un partido de la Copa del Rey.

Los siguientes integrantes de esa extraña lista cívico-partidista para el 27-S también nos han dejado otras frases envenenadas. De la inefable Carme Forcadell basta recordar aquello de «el Estado nos veja». Y de su compañera catalina (Polònia dixit), Muriel Casals, tenemos otra filípica para la historia: «esos padres (los que desean una educación bilingüe) maltratan a sus hijos». Obsesión la que demuestra el nacionalismo por erradicar la presencia del castellano del espacio público y educativo en Catalunya, y hacernos creer que es la única forma de defender el catalán. Pero el premio gordo de la paranoia es para Artur Mas, digno sucesor de Jordi Pujol en sentencias apocalípticas. «Si no aprovechamos esta oportunidad el Estado pasará por encima sin misericordia», afirmó recientemente, que enlaza con aquella antigua advertencia suya de que «nos quieren romper las piernas». Recordemos que el president justificó las elecciones anticipadas y su carácter plebiscitario como un acto en «legítima de defensa» ante el ataque sistemático del Estado y no descartó que pudiera haber «guerra sucia».

Tanta paranoia responde a los nervios ante una posible derrota que pasaría por no alcanzar la mayoría absoluta ni con los diputados de la CUP. Tienen encuestas que así lo indican. La campaña va a ser dura y el discurso del miedo lo van a escuchar más en boca de los separatistas que de los llamados unionistas. Es el secesionismo el que se autoplebiscita, aunque con unas reglas siempre susceptibles de ser modificadas.El problema de la paranoia es que se contagia. Las vacaciones son siempre un buen antídoto. Feliz verano.