Análisis

Paradojas y preguntas

Pese a su victoria de ahora, el Partido Republicano sabe que no tiene tan buenas perspectivas cara a las presidenciales

PERE VILANOVA

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Ciertamente, una vez más estas elecciones parlamentarias llamadas midterm han servido para castigar al presidente de Estados Unidos. Pero a pesar de esta recurrencia histórica, este episodio electoral pone de relieve algunas paradojas y preguntas. Se renovaba la totalidad de la Cámara de Representantes (la Cámara baja) y un tercio del Senado, y el mandato de la primera es de dos años; es decir, que con un mandato tan corto los representantes están siempre o en campaña electoral o en precampaña. Poco tiempo para planificar y negociar una agenda legislativa a largo plazo. Esta disposición, criticada por algunos expertos, exigiría para su modificación una enmienda constitucional, y eso no sucederá.

Los representantes, por el sistema electoral de distritos uninominales, han de actuar muy cara a su electorado local. Hacen micropolítica. Pero también, por la naturaleza ideológica de la sociedad norteamericana, hacen campaña macroideológica. Se ha culpado a candidatos demócratas del ébola. En Georgia se ha acusado al candidato demócrata de apoyar el terrorismo islámico por su apoyo… a la reforma migratoria. Incluso se han pasado vídeos del asesinato del periodista James Foley a tal efecto. Como la participación ronda el 40%, se moviliza el electorado más polarizado, sobre todo en el bando republicano. Es decir: todo vale contra Obama, cuyo balance, sin embargo, en temas económicos y sociales es razonablemente positivo. En el Senado, la cosa adquiere otra dimensión más importante, que lastra los dos últimos años de mandato presidencial: los 52 escaños le dan al Partido Republicano una neta ventaja en temas importantes.

El legado para la posteridad

Pero aquí empiezan las paradojas. La primera es que no estamos ante un sistema parlamentario, y el presidente puede actuar con amplios poderes y en su caso usar los decretos presidenciales. Este será su último examen cara al legado que pretenda dejar para la posteridad. La segunda paradoja es que, pese a su victoria, el Partido Republicano sabe que no tiene tan buenas perspectivas cara a las próximas presidenciales. En el 2012 quedó claro que, para su proyección a nivel presidencial, su fragmentación y su deriva hacia la ultraderecha le restan posibilidades. No olvidemos que en el 2012, al final, de los ocho o nueve candidatos republicanos Romney resultaba ser el único centrista, y así le fue. ¿Por qué? Porque los republicanos, a nivel nacional, dan miedo, generan polarización, producen de todo menos consenso, y al final, como dijo uno de sus líderes, será el partido del ala derechista de la minoría wasp (blanca, anglosajona, republicana, protestante) en un país en el que todas las demás minorías crecen más rápido y juntas ya son decisivas para elegir presidente.

Además, es cierto que Obama ha suscitado estos años una hostilidad sin precedentes, no por sus propuestas sociales o su aparente falta de liderazgo en Oriente Próximo sino por ser negro. Así de claro. El servicio secreto filtró el dato de que ha recibido cuatro veces más amenazas de muerte que cualquiera de sus predecesores…