Paradojas catalanas y de más allá

NEUS TOMÀS

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Lo suyo sería dedicar este artículo a las negociaciones entre Junts pel Sí y la CUP pero para ser honrada debo confesar que no conozco cuál es la propuesta concreta que el partido de Antonio Baños dará a conocer el jueves y por lo tanto prefiero no participar del espectáculo de opinadores y editoriales dando lecciones sobre qué debe hacer.

En Convergència hay más de un dirigente que ha entrado en modo pánico y lo único que nos queda a los catalanes es confiar en que dentro de tres meses no nos pedirán que vayamos otra vez a las urnas. Solo un apunte: si Artur Mas lograse retener la presidencia -o, llegado el caso, decidiese apartarse para que en su lugar le sucediese otro/a dirigente de su partido- se daría la paradoja de que tanto el jefe/a del Ejecutivo como la jefa de la oposición, Inés Arrimadas, serían de derechas. En este punto es cuando más de un representante de CDC niega el carácter liberal de su partido, resumido en aquel business friendly que tanto gustó al empresariado en su momento, y en Ciudadanos alguien suelta aquello de «no somos ni de derechas ni de izquierdas».

No hace falta investigar mucho, porque el partido de Albert Rivera, cuando ha tocado votar, siempre se ha situado en el mismo lado (y no es el izquierdo). Habrá quien entienda que las ideologías ya no existen, que la corrupción (que no conoce de siglas) y el dictado de los mercados (que ni las conoce ni le importan) se las han cargado.

Tal vez sea así, pero sería una lástima asumirlo sin más, porque los principios de un lado y del otro no son iguales. O no deberían serlo. De ahí que cueste entender que el líder del PSOE, Pedro Sánchez, afirmase que no le importaría pactar con Ciudadanos porque es «la derecha moderna».

Ciudadanos, un partido que se ha negado a condenar el franquismo y a pedir la anulación del juicio al president Lluís Companys y que vota en contra de que la superviviente del nazismo Neus Català, que este martes ha cumplido 100 años, tenga una calle en Vilanova i la Geltrú, será derecha, cierto, pero no tan moderna. Y ya puestos, pregunta: ¿Al líder del PSOE le da igual pactar con la derecha que con la izquierda? Cuesta de entender. A no ser que el socialismo haya renunciado a ser de izquierdas, una duda que para muchos es una certeza desde el día en que José Luis Rodríguez Zapatero pactó con Mariano Rajoy una reforma exprés de la Constitución para ahogarnos un poco más a la mayoría.

Parafraseando al expresidente uruguayo Pepe Mújica (al que supongo que nadie sitúa en la derecha), quizá esté equivocada, porque yo me equivoco mucho; pero lo digo como lo pienso.