Pequeño observatorio
Para jugar a bolos importa el pulso
En Catalunya se juega una partida seria y al que le toca tirar la bola decisiva debe tener buena puntería
Josep Maria Espinàs
Periodista y escritor
JOSEP MARIA ESPINÀS
Ahora descubrimos que las urnas, tan a menudo santificadoras a lo largo de los siglos, son para el Gobierno español las urnas del pecado. ¿Es un arma bélica la urna? Ni ataca a los ciudadanos, ni corrompe las costumbres, ni está incluida en los pecados capitales. La urna es un invento muy antiguo, e incluso ha sido considerada sagrada. En su origen era un vaso para guardar las cenizas de un muerto. La urna funeraria tuvo que admitir que la palabra se generalizase.
Una urna, ahora, es una caja normalmente cuadrada o rectangular con una ranura central por la que el ciudadano introduce un papel en el que hará constar su voto. Diré, de paso, que un hecho democráticamente admirable es identificado con el diminutivo papeleta. Pilar Santos y Fidel Masreal nos hicieron saber hace unos días en este diario que el Tribunal Constitucional ha advertido de que no solo actuará contra la celebración del referéndum sino contra la intención de comprar 8.000 urnas para la consulta.
Respiremos un poco. Yo he visto, en varias plazas de pueblo, a niños y niñas que jugaban a las canicas, y a chicos mayores que jugaban con unas bolas más pesadas y que tenían como objetivo tumbar bolos de otro color. Pienso que este juego popular admite una comparación con la situación de la política española. Méndez de Vigo avisa de que los catalanes «no deben dar más pasos adelante, es un serio aviso». Pero el hecho es que en Catalunya se está jugando una partida seria, y corresponde a quien le toca lanzar la bola decisiva –o la que puede serlo– tener buena puntería. Meritxell Borràs, 'consellera' de Governació, afirma que su departamento encargará las urnas. «Somos competentes en materia de elecciones y consultas. Es lógico, pues, que queramos disponer de los elementos necesarios para sacar adelante este proceso».
Cuando yo era adolescente, en Sant Just Desvern a veces jugaba a los bolos con mis amigos. Y si alguien los hacía caer todos de una tirada, decíamos que había 'fet bitlla'. Para ganar, a veces hay que tumbar algo.
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