Los jueves, economía

Un papel para España en Europa

El nuevo presidente del Gobierno debería visitar más las capitales donde se toman las decisiones

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ANTONIO ARGANDOÑA

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No des consejos a quien no te los pide. No recuerdo quién me dio este consejo hace años. Me pareció muy sensato, pero no pienso hacerle caso. Al nuevo presidente del Gobierno le vienen dando miles de consejos, pero me parece que el que yo lo voy a dar no se lo dará nadie. Bueno, quizá no es de los más importantes, pero creo que puede serle útil.

Mi consejo es: juegue en la liga europea. Sí, ya sé que Rajoy no parece muy proclive a devaneos internacionalistas. Pero debe hacerlo. Ya sé que tiene mucho trabajo en Madrid, pero, afortunadamente, la liga europea no la ha de jugar él, sino el país. Y entonces es más fácil.

O no. La experiencia de los últimos años es que la liga nacional parece tan apasionante, que nadie tiene interés en viajar a Bruselas, Fráncfort, Berlín o París. Que pregunten, por ejemplo, a los bancos españoles, porque me da la impresión de que mientras en los organismos europeos se discutían las reglas de las pruebas de estrés, se movieron poco para explicar las peculiaridades de nuestro sistema financiero. Y, claro, lo que en Europa decidieron no era lo más adecuado para nosotros.

Claro que pasearse por esas ciudades está bien para un fin de semana, pero volver una semana y otra¿ Sí, pero es útil. A eso me refería cuando hablaba de jugar en la liga europea: hay que perder el tiempo allí. Con los de arriba, y con los que no están tan arriba, pero que preparan la agenda de los de arriba. Hay que contar lo que hacemos. Hay que explicarles de primera mano las medidas que va a tomar nuestro Gobierno para remontar la situación. Un breve informe confidencial dejado a un alto directivo de Bruselas es más fácil que acabe en la mesa del comisario de turno.

Y hay muchas cosas que contar. Por qué vamos a hacer las reformas laborales que vamos a hacer. Por qué son necesarias, aunque no van a arreglar los problemas de este mes, pero sí los de dentro de unos meses. Y cuánto costará esto, y qué resultados esperamos, aunque solo sean muy aproximados. Por qué vamos a hacer los recortes de gasto, qué va a pasar; cuándo tendremos que volver a preocuparnos de las pensiones, y por qué ahora no es un buen momento. Y qué reforma universitaria necesitamos. Y la de la formación profesional. Y tantas cosas más.

Esto implica varias cosas. Una: alguien en Madrid tiene que estar pensando continuamente en Europa. Sí, ya sé que lo hacen. Pero que lo hagan más. Y hablando con frecuencia con Rajoy, para implicarlo. Y como no se trata solo de pedir, habrá que dar. Hay cosas que no cuestan mucho, pero son muy útiles. Dar ideas, por ejemplo. En este país tenemos gente, aunque no mucha, que tiene ideas sobre cómo debería ser la política agrícola común, o las relaciones con los países islámicos (oiga, que son nuestros vecinos de aquí abajo, no caen tan lejos), o cómo mejorar las relaciones entre empresas e investigadores. Debemos dar la impresión de que sabemos y queremos ayudar: algunos lo han hecho en el pasado. Y esto se hace en España¿ y fuera.

Otra sugerencia: movilizar a nuestros diplomáticos. Sí, ya sé que algunos lo hacen muy bien, pero otros no. Han de vender España: ayudar a las empresas españolas a colocarse fuera, a los emigrantes españoles a buscar empleos en Alemania, a los estudiantes españoles a hacerse con las universidades europeas. Y, claro, explicar las instituciones españolas, la situación económica, las fortalezas de nuestro sistema productivo, las maravillas de nuestras playas y nuestros museos¿

Otra: promover foros de estudio y debate sobre temas europeos. Por ejemplo, sabemos que la señora Merkel tiene sus manías sobre cómo deberíamos ser los países del Sur, pero, ¿nos hemos preguntado por qué? ¿Por qué los alemanes prefieren el ahorro, el trabajo bien hecho, la inflación baja, el euro fuerte y el presupuesto equilibrado? Si no lo sabemos, ¿cómo vamos a negociar con ellos para conseguir que sus imposiciones no nos causen un perjuicio económico excesivo?

Con esto último me he apartado ya de los consejos al Gobierno, para darlos a toda la sociedad. Mientras nos beneficiamos del euro, tuvimos fama de europeístas devotos; ahora somos quizá más españolistas. Vale, pero nuestro entorno es Europa, allí nos dictan nuestras políticas, nos financian y nos envían los turistas. Quizá nuestros sectores productivos -antes he mencionado al sistema financiero- deberían perder más tiempo en los lugares en los que se fraguan nuestras políticas.

Wenceslao Fernández Flórez contaba en El hotel alucinante que un periodista aburrido encontró en la cocina de un hotel de playa a un político famoso que había descubierto que, si quería influir realmente en las personas, debía hacerse cocinero. «Yo podía obligar a los niños a estudiar sánscrito, decía, pero ahora manejo el humor y el carácter de mis clientes desde el estómago». La cocina de Europa está en Bruselas, Estrasburgo y Fráncfort; y los centros creadores de ideas están en París, Roma y Londres. Quizá no seamos muy buenos preparando bullabesas, pero podemos ofrecer nuestras paellas y tapas, que les encantarán. 

Profesor del IESE. Cátedra La Caixa.