Sobre la Palestina (digitalmente) ocupada

Una mujer palestina discute con un policía fronterizo israelí durante una protesta contra los asentamientos judíos en la aldea cisjordana de Nabi Saleh, cerca de Ramallah

Una mujer palestina discute con un policía fronterizo israelí durante una protesta contra los asentamientos judíos en la aldea cisjordana de Nabi Saleh, cerca de Ramallah / periodico

MANEL REBORDOSA

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En estos últimos días la comunidad internacional ha contemplado impasible la supuesta ola de agresiones con arma blanca que se han vivido tanto en Israel como en Palestina, así como la contundente respuesta del aparato represivo israelí en estos supuestos ataques -no basada en cuchillos ni armas blancas, precisamente-. Es bien cierto que estos acontecimientos se han visto eclipsados por la explosiva situación imperante en la zona. Los últimos atentados en Líbano París así como el agravamiento de la crisis en Siria, con una implicación cada vez mayor de Rusia y de otros actores sobre el terreno, ha dejado en un segundo plano una cuestión -la de las cuchilladas- que no deja de parecer secundaria cuando se compara con la que está cayendo en buena parte del Oriente medio.

Pero esta semana también ha visto la luz un interesante informe que detalla la asfixia premeditada al sector de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información de Palestina por parte de Israel. Como era de prever tampoco ha ocupado muchas portadas, pero da pistas y elementos interesantes sobre cómo se manejan las bambalinas de una ocupación de la cual las cuchilladas no son más que la punta del iceberg.

El informe viene a denunciar el bloqueo sistemático del acceso a Internet en condiciones mínimas de funcionalidad en los territorios ocupados, por un lado negando el acceso a frecuencias 3G y 4G (esenciales para el uso de 'smartphones') a los proveedores de telefonía palestinos y por la otra empobreciendo las condiciones en que se presta el servicio 2G (uno de los usos básicos es el acceso a Internet a través de wifi).

La imposibilidad de acceder a frecuencias 3G y 4G estaría provocando unas pérdidas anuales de entre 80 y 100 millones de dólares USA a las empresas de telefonía palestinas. Pero además el hecho de tener que competir con empresas de telefonía hebreas, que sí tienen frecuencias 3G y 4G asignadas, las estaría llevando a una situación de competencia desfavorable. Se estima que los operadores palestinos están cediendo entre un 20% y un 40% del mercado sólo por esta razón.

La asignación de frecuencias es una competencia exclusiva del gobierno israelí y se estaría llevando a cabo según criterios poco equitativos. Sin ir más lejos, las dos operadoras palestinas dispondrían conjuntamente de 9'4MHz en frecuencias asignadas para dar servicio 2G a más de 3 millones de palestinos mientras que Cellcom, la operadora israelí más importante, tiene asignados, sólo para el 2G, 37MHz en frecuencias para dar servicio a apenas 3 millones de suscriptores. Es decir, ¡4 veces más!

Una posible solución sería la creación de una red de infraestructuras propia para las autoridades palestinas, pero este objetivo se irrealizable en el contexto actual. La instalación de infraestructura está fuertemente controlada y supervisada por el estado de Israel, que controla por ejemplo el único cable de fibra óptica que da acceso a internet desde Gaza. Los operadores palestinos sólo pueden instalar ciertos tipos de infraestructura en ciertas áreas definidas y autorizadas por Israel mientras que los operadores israelíes no sufren esta limitación en la misma medida y disponen de la capacidad de instalar infraestructura, por ejemplo, en las colonias ilegales dispersas por Palestina, lo que les permite dar cobertura a buena parte del territorio ocupado, incluidas las principales ciudades palestinas.

La actitud de Israel no deja de ser un bloqueo voluntario y premeditado el desarrollo de un verdadero sector de telecomunicaciones palestino y como tal es una vulneración clara del derecho de Palestina a su propio desarrollo, derecho fundamental reconocido por las Naciones Unidas y que toda nación que ocupa un territorio debe garantizar a las naciones que son objeto de esta ocupación. La vulneración sistemática del derecho de los palestinos a su propio desarrollo no deja de ser una constante en las relaciones entre Israel y Palestina. Sin embargo el caso de las TIC no deja de ser un ejemplo impresionante de los mecanismos económicos que operan detrás de una ocupación y que a menudo quedan ocultos por la estética de guerrilla urbana, pedradas y soldados que transmiten los medios.