Peccata minuta

Palabras para Felipe

JOAN OLLÉ

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Permíteme, Felipe, que por edad, por igualdad y por imitar a tu padre te tutee. Pronto serás rey, y lo serás, según cuentan los papeles, con un altísimo porcentaje del Parlamento a tu favor. Tanto el PP como el PSOE, los dos cada día más alejados de sus mejores momentos y del sentir popular, así lo han querido. Y también el azar ha querido que de aquí a nada pases a ser Felipe VI, heredero numérico de un rey tan poco querido por los catalanes del siglo XVIII y muchos de ahora que, popularmente, al hecho de ir a cagar le hemos venido llamando «anar a can Felip». De ti y solamente de ti depende que la expresión, medio caída en desuso, vuelva o no a volar de boca en boca.

Te habla un republicano exjuancarlista (no se puede ser de aquello que ya no existe) que en su momento aplaudió el coraje y la alta traición de tu padre a Franco, su mentor. Y me encantaría (todavía creo en los Reyes Magos) que la reciente abdicación fuese su último gesto de grandeza y futuro llevando al taller o al desguace una institución anacrónica y hundida en el desprestigio que ya no se creen ni las lectoras del ¡Hola!

Recuerdo la llegada de tu padre al trono en azul, como los días felices de Machado. Yo tenía 20 años y, para celebrarlos, enterramos al dictador. Además de derramar campechanía, el nuevo rey y el plebeyo Suárez supieron acuñar y cumplir una frase estupenda: «Elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es  normal». No, la transición no fue tan modélica como nos la pintaron, pero... no en sabíem més, teníem 20 anys.

El dolor de la gente

Sí, te votarán muchos parlamentarios, pero ya te debe haber contado Letizia que las cifras oficiales casi nunca coinciden con las del dolor de la gente: los dos grandes partidos que te avalan acaban de padecer un durísimo castigo electoral y cada día somos más los que pensamos, visto lo visto, que esto del sistema es una herramienta criminal que se está llevando demasiadas vidas e ilusiones por delante.

Una propuesta, Felipe: sé valiente como lo fue tu padre y eleva a las instituciones la voz de la calle. Yo, de ti, empezaría preguntando a la gente si te quiere o no, como un día se lo preguntaste a Letizia; si resultase que sí, te revestirías de una autoridad (el poder ya lo tienes) a prueba de pueblo. Lo dicho: de ti depende querer estar cerca de Urdangarin, de los miles y miles de urdangarines, o de la buena gente.

PS.- Admito que mi republicanismo es relativo. Verbigracia: si el próximo presidente de la República Española fuese, por poner un ejemplo, José Bono, quizá te preferiría a ti, ya que por lo menos tienes buena planta, vistes con elegancia, hablas inglés y sabes conducir un tanque, cosa siempre útil en los tiempos que corren.