Dos miradas

Palabras dulces

Nos llenamos la boca de palabras dulces y buenas intenciones que no tienen otro objetivo que adornar el marco educativo. En el interior del cuadro, nada

JOSEP MARIA FONALLERAS

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He seguido con estupefacción los últimos casos de violencia contra indigentes o contra personas con una piel que no es blanca. El caso de aquel 'youtuber' descerebrado, por ejemplo, que humilló a un mendigo con unas galletas rellenas de pasta dental. Su comentario despectivo e infrahumano («al menos así se podrá lavar los dientes, a saber cuánto hace que no se los lava») aún resuena en el pozo de una sociedad que propone estas barbaridades y las tolera. O como el caso de los niños (de 11 a 13 años) del colegio Viaró, del Opus Dei, que maltrataron a Tehja Genard, la chica de la India que fue increpada hace unos días con insultos racistas en un tren de los Ferrocarrils de la Generalitat.

Los responsables de Viaró han actuado con diligencia y con voluntad de hacer frente a una actitud intolerable. Perfecto. Se han disculpado y han sancionado a los alumnos. Pero este no es el problema. El problema es que nos llenamos la boca de palabras dulces y buenas intenciones que no tienen otro objetivo que adornar el marco educativo. En el interior del cuadro, nada. Entre los objetivos «constantes» de Viaró, por ejemplo, está el de «fomentar entre los alumnos la preocupación hacia los demás». O «la formación se inspira en una visión trascendente de la existencia humana». O «se busca el cultivo de las virtudes humanas y cívicas». ¿No han tenido tiempo, con tantos años, de transmitir un mínimo de decencia, más allá de los nobles propósitos cristianos?