Paco Alcácer y Joe Fagan

Quizá Paco Alcácer tiene la negra. O quizá simplemente no es el delantero que este vacilante Barça necesita hoy

Alcácer abandona decepcionado el Camp Nou tras el 0-0 ante el Málaga.

Alcácer abandona decepcionado el Camp Nou tras el 0-0 ante el Málaga. / periodico

ELOY CARRASCO

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Contaba una vez Michael Robinson que, recién fichado por el  Liverpool, en el primer encuentro con su nuevo entrenador, Joe Fagan, le preguntó: "¿Cómo quiere que juegue, 'mister'?". Sin mover ni un músculo más de los estrictamente necesarios, Fagan le contestó: "¿Cómo? ¿Es que no sabes jugar?". Robinson, que ya era muy listo entonces, la pilló al vuelo y no hizo más preguntas. Un año después ganó la Copa de Europa con el Liverpool, un sueño para un futbolista que sin ser una estrella aprendió la manera de marcar goles en la élite sin que su hierático entrenador le explicara cómo tenía que marcarlos.

Es muy probable que Paco Alcácer le haya hecho varias veces a Luis Enrique la misma pregunta que le hizo Robinson a Joe Fagan, y seguro que el técnico del Barça, que cuando quiere es mucho menos hermético que aquel inglés circunspecto, se lo ha explicado bien. Pero Alcácer tiene la negra y así no se puede. Él lo hace todo como es debido, se mueve con intuición, sale a buscar los espacios cuando corresponde y varias veces ha tenido el balón a punto de caramelo, solo que algo siempre sale mal en el último momento.

TREMENDISTA LUIS ENRIQUE

O quizá es que todavía no entiende el idioma del equipo, dicho sea a riesgo de que Joe Fagan se nos ría en su tumba de tan sofisticado concepto. O quizá le está ocurriendo como a Villa Suárez, de cuyos inicios negados ya ni nos acordamos, y es verdad que solo tiene la negra y ya se le pasará. O quizá todo esto no es tan cierto y la cuestión es que Alcácer, sin ser el paquete que el socio ya se empieza a temer, está lejos de encarnar al delantero que el vacilante Barça necesita hoy.

Luis Enrique, un poco tremendista, sacó ayer las uñas en defensa del valenciano («dejadlo en paz») y de todo el equipo («no nos matéis aún»). Lo primero es imposible, porque paz es justo lo que jamás, en los 117 años de historia de este club, ha tenido un delantero centro. Y sobre lo segundo, aquí nadie ha llamado al forense, solo se avisa de que el abuelo tiene mala cara.