EDITORIAL

El 24, el otro 'bus turístic' de Barcelona

Transports Metropolitans de Barcelona debe adecuar el servicio a la masificación que vive la línea del 24 por la presencia de turistas

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Algunos usuarios del transporte público de Barcelona están siendo en los útimos tiempos víctimas del imparable auge turístico. Es el caso de la línea 24 de autobuses, que los visitantes llenan a diario porque une dos polos de la ciudad como el Paral·lel y el Carmel, pasando por la Casa Batlló. Al precio de un billete sencillo se puede disfrutar de un trayecto excelente. Nada que no sea absolutamente legítimo, pese a la incomodidad que supone esa masificación para los usuarios habituales. En el caso del bús, como es conocido, acostumbran a ser gente de edad avanzada por la mayor facilidad para acceder al servicio respecto al metro. Otro efecto con el 24 –afecta por igual al 92 que también sube hasta el parque Güell– es la presencia de carteristas que hallan en la aglomeración un escenario ideal.

Para intentar paliar esta situación corresponde a Transports Metropolitans de Barcelona adecuar el servicio a la intensidad de la demanda. Y en este caso es obvio que es muy alta. O tener mayor celo, como se hace en el metro, en la vigilancia de los carteristas. Por otra parte, se da el caso de que grupos de turistas llegan a ir acompañados de un guía que da explicaciones de forma discreta. Algo que podría entrar en contradicción con una interpretación estricta del artículo 5 del reglamento de viajeros que prohíbe «vender bienes o servicios en el interior de los vehículos». No habría que llegar a ese extremo, pero es ineludible intentar proteger al máximo los derechos del usuario local.