EDITORIALES
Otra forma de hacer turismo en Barcelona
Repartir los beneficios y aliviar la presión en las zonas saturadas sin repetir errores es el reto de la gestión turística
Las playas. Los clásicos de Gaudí (Sagrada Família, la Pedrera, parque Güell). El Museu del Barça. El Barri Gòtic. El paseo de Gràcia. La plaza de Catalunya. La Boqueria. La guía básica del turista en Barcelona está compuesta por unos lugares considerados imprescindibles que atraen la atención de miles de personas al año. Alrededor de los lugares de interés se dan los efectos de sobrexplotación que han convertido la gestión del turismo en uno de los principales retos de la ciudad, como la reciente moratoria en alojamientos turísticos decretada por la alcaldesa, Ada Colau, ha puesto de manifiesto. Se puede diferir en los detalles, pero que cambiar la actual forma de gestión del turismo es una prioridad de la ciudad es una idea alrededor de la cual hay consenso.
En las encuestas que se llevan a cabo con turistas hay un dato que llama mucho la atención: cerca de la mitad son repetidores, es decir, al menos una vez antes han visitado la ciudad. El dato indica que más allá de la arquitectura gaudiniana, la atracción azulgrana y la playa, el turista vive su estancia de Barcelona sobre todo como una experiencia. Es en este sentido que EL PERIÓDICO, a partir de las sugerencias de barceloneses, ha elaborado una informal guía turística alternativa de la ciudad, lugares que no aparecen en los manuales al uso pero que tienen interés de todo tipo: arquitectónico, histórico, ciudadano... Son lugares con encanto o con una historia que contar, como el cementerio de Poblenou, las baterías antiaéreas en el Carmelo o esa solitaria estatua a tamaño natural de Antoni Gaudí en el paseo de Manuel Girona que casi nadie visita y fotografía a pesar de la popularidad del arquitecto.
Hay muchos otros lugares que no aparecen en esta guía, por supuesto, si algo no le falta a Barcelona es lugares de interés en todos los distritos de la ciudad, no solamente en la saturada Ciutat Vella o el castigado Eixample. Este, diversificar el turismo sin caer en los mismos errores, es uno de los retos de la gestión del turismo en la ciudad. Es decir: repartir entre todos los distritos de la ciudad los innegables beneficios que generan los visitantes y que tan necesarios son y al mismo tiempo aliviar la presión sobre las zonas que más sufren los efectos colaterales sin que ello implique simplemente cambiar de sitio los problemas. Barcelona se juega mucho con ello.
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