La clave

De la mano tendida a la cal viva

JUANCHO
Dumall

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La segunda sesión del pleno de investidura dejará secuelas. Y no serán buenas. Una vez descontada la admisible vertiente teatral de las intervenciones en la tribuna y el punto de cinismo habitual de los políticos, capaces de decirse cosas terribles en público para pastelear minutos más tarde en la intimidad de la cafetería, la sensación es que en este pleno se han abierto heridas que tardarán en cerrarse. Las apelaciones del martes al diálogo, al mestizaje ideológico y al espíritu de la transición, se convirtieron el miércoles en duras descalificaciones que buscaban los rincones más oscuros del adversario.

El punto culminante fue la alusión, contundente como un gancho de izquierdas, de Pablo Iglesias al ominoso episodio de los GAL. Cuando el líder de Podemos habló del PSOE como del «partido del crimen de Estado» y dijo que el pasado de Felipe González «está manchado de cal viva», muchos en el hemiciclo pensaron que se había producido una fractura irreparable entre dos fuerzas que en algún momento parecían condenadas a entenderse.

Y algo parecido cabe decir del tono utilizado por el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, en su descalificación integral de los socialistas -representados otra vez como los máximos causantes del paro y el déficit-, poco matizada cuando dentro de unos días va a verse obligado a intentar la coalición con el partido de Pedro Sánchez.

Salida del laberinto

¿Por qué unas fuerzas políticas forzadas a buscar una salida del laberinto se empeñan en cerrarse espacios de encuentro? La respuesta es que todos están pensando ya en unas nuevas elecciones. Por eso es una tentación irresistible convertir la tribuna del Congreso en el estrado de un mitin. El lenguaje y muchos de los mensajes lanzados ayer pertenecen más al terreno de la propaganda partidista que al estricto debate parlamentario entre grupos diversos.

Iglesias salió triunfante porque ese es el territorio que mejor domina. Curtido en los platós de La Sexta, con Eduardo Inda de sparring, el portavoz de Podemos no tuvo ningún reparo en disparar a la línea de flotación del partido del abuelo.