IDEAS

Buscando a la madre superiora

Meryl Streep, en 'La duda'.

Meryl Streep, en 'La duda'. / periodico

JOSEP MARIA POU

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No, no, si le entiendo perfectamente, no me hacen falta más detalles... Pero entienda usted, a su vez, que yo soy solo un director de cásting, no un milagrero... Es que lo que usted me pide es imposible de encontrar en una sola persona, ni fabricándola a medida; y eso tiene mucho peligro, acuérdese usted de Frankenstein... Veamos, resumiendo: lo que usted necesita es a una señora de edad respetable, estatura media, porte digno, mitad tigresa mitad gallina clueca, capaz de vestir los hábitos con autoridad y con un carácter a prueba de bomba. De ordeno y mando, en una palabra. Entiendo bien, ¿verdad? Alguien así como Anne Bancroft en 'Agnes de Dios', que con una mirada dejaba sin sangre al rebaño entero de novicias... O mejor, como Meryl Streep en 'La duda', que parecía llevar a la Inquisición entera colgada de las tocas... Ese papel lo hicieron la Sardà, en Barcelona, y la Bardem, en Madrid, dos actrices de armas tomar... No, si lo han hecho ya, no querrán repetirlo... Y menos con un guion como este, tan enmarañado y todavía sin terminar... 

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Debería ser alguien como Madeleine Renaud en 'Diálogo de Carmelitas'; esa era, sí, la superiora ideal. Terrible. Te mandaba al infierno con un Ave María de salvoconducto... Hombre, monjas de comerse el mundo las han hecho muy bien Concha Velasco y Aurora Bautista; las dos fueron Teresa de Jesús, experta en bregar con benefactores para hacerse con tierras y conventos... También Ingrid Bergman hizo de monja conseguidora de dineros en 'Las campanas de Santa Maria', pero era más bien blandengue... Demasiado dulce, sí... Cándida es la palabra, exacto... No, Julie Andrews en 'Sonrisas y lágrimas' era solo novicia y abandonó enseguida; allí la superiora, muy comprensiva, era Peggy Wood, tan santa ella... Tampoco Audrey Hepburn ni Deborah Kerr, que tambien hicieron de monjas... Sí, claro, demasiado guapa la primera, demasiado 'british' la segunda... Pues no sé... ¡Ah, no, calle, no diga más! ¡Eureka!...  ¡Ya la tengo!... ¡La he encontrado!... Conozco yo a una señora en Barcelona, coleccionista de misales...