Nos han robado el fútbol

Florentino Péez da un discurso tras ser reelegido como presidente del Real Madrid.

Florentino Péez da un discurso tras ser reelegido como presidente del Real Madrid. / periodico

ANTONIO BIGATÁ

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Daba cierto placer la idea de que a Florentino le habían fastidiado un poco la plácida reelección triunfal con lo de la multa y el cabreo de Cristiano Ronaldo, pero reconozco que ese incidente únicamente ha servido para que todos nos demos cuenta una vez más de que su alma de hielo domina perfectamente la situación. Que administra ese submundo inferior a su persona (los jugadores, Hacienda, el tráfico de influencias, el miedo que le tienen) sin arrugar ni un milímetro el ceño, sin perder su sonrisa glacial, aliñándolo con un discurso tópico -una sosa confianza en la inocencia de su empleado- desde su cara de emperador pétreo.

A Florentino hasta le ha venido bien lo de Cristiano: que todo el mundo recuerde que el verdadero 'megacrack' del Madrid es él

Quien es prácticamente el dueño del club hasta que se canse o muera no ha querido disgustarse con nada después de regalarse sí mismo una reelección automática (nadie estaba en condiciones de disputarle la silla) sin necesidad de simular ninguna pérdida de tiempo de apariencia democrática. No hay pardillo portugués que pueda echarle sombras. Plas, plas, le han aplaudido. Ñigo, ñago, se le han inclinado. Lo de Ronaldo incluso le es útil: sirve para que todo el mundo recuerde que el verdadero 'megacrack' del Madrid es él, aunque no lleve la camiseta, aunque no se ponga de calzón corto, aunque deje que los goles los marquen sus caprichos contratados para eso.

No hay nada personal detrás de lo que sentimos muchos de nosotros respecto a ese supuesto "Ser Superior". Se trata de algo más general: él forma parte de los que nos han quitado el fútbol tal como era antes y tal como nos gustaba. Sí, Florentino y otros nos han quitado el fútbol, por lo menos tal como lo entendíamos. Nos dejan ver los partidos -pagando, por supuesto, porque todo es suyo- y nos hemos quedado en una esquina, casi en un ángulo muerto (como en ese punto que no ve quien conduce el automóvil), aferrados a nuestras banderitas y bufandas, a nuestra sensación de falsa propiedad de los clubs, a nuestra encallecida ilusión de que si nuestros futbolistas favoritos ganan también ganamos nosotros, mientras los florentinos juegan, hacen y deshacen pero sobre todo ganan, en el Nuevo Negocio con el que se distraen.

El Nuevo Fútbol es el Palé de los jeques árabes, multimillonarios chinos, especuladores rusos, peces gordos, ese tal Florentino y algún ricacho más

Ese Nuevo Negocio se parece mucho, a su escala, a aquel inocente Palé de mi infancia (cuando empezaron a llamar a ese juego Monopoly empezaron a metérnosla doblada) en el que nos producía satisfacción hacer ver que comprábamos la calle Leganitos o cruzar la calle de Alcalá sin ser devorados financieramente por quien había edificado allí un arsenal de casas y hoteles únicamente para empobrecernos.

El Nuevo Fútbol es el palé de jeques árabes, multimillonarios chinos, especuladores rusos, peces gordos, ese tal Florentino, y algún ricacho más de alguna otra parte pero con sus mismas coordenadas bancario políticas. Compran, venden, atropellan más que los del ISIS, especulan, descartan viejos gladiadores en declive físico ya convenientemente exprimidos, apuestan por carne fresca joven de las canteras de los cinco continentes, y se distraen, se distraen mucho.

Algunos periodistas ciegos y sordos predican alrededor de falsos mecenas que se enriquecen con derechos televisivos, comisiones y corrupciones

Mientras ríen y rugen, mientras encienden sus puros con billetes, mientras capitalizan sociedades con pseudoempresarios de China, Rusia, Singapur o las islas Vírgenes, algunos periodistas ciegos y sordos predican desde sus alrededores que esos falsos mecenas que se enriquecen con derechos televisivos, comisiones y, frecuentemente, con corrupciones activas, lo que proporcionan es gloria a los seguidores de la grada, lo que generan es identificación a quienes ya han perdidos todas las demás creencias; se trata de mantener un poco viva a la gente para que el lunes por la mañana esté dispuesta a ir a trabajar sin rechistar durante toda una semana más, y que además tengan un buen tema apasionado de conversación para sus minutos de ocio.

El fútbol como industria, que tanto gusta a 'Floren', vive rodeado  del exquisito perfume del fraude. Los periódicos deportivos llevan ahora más páginas con 'affaires' y tipos que driblan la cárcel, que con especulaciones sobre posibles fichajes. Lo de las rejas, como sabe Cristiano Ronaldo, es muy importante: todo menos la cárcel. Si la cuestión es pagar dinero para eludirla no hay problema, que para eso tienen tanta pasta los obreros futbolistas multimillonarios y sus señoritos. Porque su gran pesadilla es llegar a encontrarse en el aterrador escenario de ir a una prisión donde los demás reclusos jueguen a pelota en el patio delante de ellos sinque puedan sacar ningún beneficio de ese sudor ajeno. ¡Qué horror!