El paso al frente del PSE

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JUANCHO DUMALL

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Las reacciones en Madrid al acuerdo entre los socialistas vascos y el PNV para formar un Gobierno de coalición en Euskadi son, en esencia, de dos tipos. Están quienes creen que los socialistas ha traicionado todos los proncipios al abrir un diálogo con el partido de Urkullu sobre le derecho a decidir y defender que el País Vasco es una nación y quienes creen que la decisión del PSE es un mal menor porque ha evitado el pacto entre PNV y la izquierda aberzale representada por Bildu.

Muy pocos, en cambio, han señalado lo que tiene de bueno para el socialsmo hispano esta alianza en un momento en el que el viejo partido del puño y la rosa no está precisamente para tirar cohetes. El acercamiento del PSE al polo nacionalista tiene la indiscutible virtud de que coloca a los socialistas en el epicentro del debate territorial más importante que ha vivido el país desde la Constitución de 1978. La alternativa era jugar el papel de puro apéndice del PP.

Y aquí llegamos al meollo del asunto, que consiste en saber qué quiere ser el PSOE de mayor, es decir, en la España del siglo XXI. Dicho sea con respeto a unas siglas que tienen 137 años. Porque, ¿cuál es el papel de un partido de centroizquierda en una sociedad avanzada como la española, en una economía globalizada, con buena parte de la soberanía cedida a la UE y en un Estado en que hay naciones, nacionalidades o países que no acaban de estar cómodos?

Si el PSOE puede resultar de alguna utilidad para las nuevas generaciones es poque puede aportar un freno a los excesos del liberalismo --algo difícil dada la postración de la socialdemocracía como ideología--, puede servir soluciones humanitarias valientes ante las grandes crisis migratorias de nuestro tiempo y, ya en el plano español, puede hacer de bisagra con las fuerzas centrífugas catalanas y vascas.

VISIÓN DE ESTADO

Al contrario, si se impone un PSOE unitario, con idéntica visión del Estado que el PP, sin dejar margen para el diálogo con los nacionalistas, entonces habrá que concluir que, por desgracia, el PSOE habrá dejado de ser útil. Recuérdenlo hoy, después del pacto entre Iñigo Urkullu e Idoia Mendia