La rueda

Opacidad financiera y democracia

La asimetría de la globalización económica y la localización de la política facilita que el dinero lo tenga todo a favor para burlar el control

ENRIC MARÍN

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El asunto de los 'papeles de Panamá' pone de relieve la paradoja entre la opacidad de los movimientos financieros internacionales y la transparencia de las comunicaciones globales. Más allá de la paradoja, lo más significativo es la contradicción entre la globalización de la economía y la localización de la política. Esta asimetría erosiona las bases de la democracia facilitando que el dinero lo tenga todo a favor para burlar el control de la política. El poder real se convierte anónimo e impune.

Confundiendo síntoma y enfermedad, hay quien cree que el problema es la globalización. Y querrían refugiarse en el mitificado confort del Estado-nación. Como si aún existieran burguesías nacionales. En realidad, este ideal anacrónicamente nacionalista es ilusorio. La globalización es un fenómeno irreversible que comienza a tomar forma con el capitalismo mercantilista. Y que coge velocidad de crucero en los últimos 25 años impulsado, en parte, por las comunicaciones electrónicas. El problema no es la globalización. El problema es una gestión de la globalización basada en políticas de desregulación económica y financiera impulsadas sistemáticamente desde 1980. Primero en Gran Bretaña y en Estados Unidos, después en el resto del mundo.

La democracia es una conquista histórica amenazada por políticas que menguan la cohesión social en un escenario de creciente desequilibrio entre los poderes económicos globalizados y las debilitadas instituciones políticas y culturales locales. Hay que restablecer el protagonismo de la cultura y la primacía de la política. Pero, ¿cómo? Para empezar, reforzando el poder real de la gente a nivel local (municipal y estatal) y apostando por los espacios de diálogo y gobierno regional (UE) y mundial. Este es el contexto en el que toma sentido el proyecto del Estado catalán.