La clave

La 'omertà' con los Pujol

ENRIC HERNÀNDEZ

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Jordi Pujol y Cristóbal Montoro desaprovecharon ayer dos grandes oportunidades. Desperdició el primero la ocasión de mostrar su respeto a la sede de la soberanía catalana, la que le invistió como president, atendiendo con la debida celeridad y sin esgrimir coartadas políticas la petición de comparecencia urgente que por unanimidad le cursó el Parlament. Pero el ministro de Hacienda también malogró su comparecencia en el Congreso al trufar  sus explicaciones sobre el caso Pujol con sobreras alusiones al proceso soberanista abierto en Catalunya.

Se asombró Montoro de que, «a la par que la Agencia Tributaria investigaba su fortuna familiar», Pujol se haya convertido en «adalid del independentismo». Atribuyó la «radicalización» de los nacionalistas catalanes a su supuesto descontento con «las actuaciones del Estado». Los acusó también, en genérico, de «lanzar pulsos al Estado al tiempo que se lucran y sacan partido personal del mismo». E incluso se preguntó si los «herederos políticos» del exlíder de CiU «no estarán contaminados por esa presunta herencia».

Banca Catalana, toma 2

Por jaleadas que puedan ser sus soflamas en las tertulias televisivas o en las tabernas de Madrid, flaco favor se hizo el ministro a sí mismo y al crédito del Estado de derecho. Nada más lesivo para el buen nombre de la Agencia Tributaria que alimentar la idea, tan del agrado de un sector del soberanismo converso, de que Pujol es víctima de un complot de las cloacas del Estado orientado a torpedear las aspiraciones nacionales de Catalunya. Para alguien que, como el expresident, se arroga mejor criterio que el Parlament para decidir en qué fecha su comparecencia afectará menos al proceso soberanista, las palabras del titular de Hacienda saben a agua bendita. Caso Banca Catalana, toma 2.

Tras revelar Montoro que el Fisco ya investigó a los Pujol del 2000 al 2012 (cuando él dirigía Hacienda, cuando Aznar ofrecía ministerios a los nacionalistas), cabe preguntarse si la supuesta omertà de que gozaba el sector negocis de CiU era una anomalía catalana o, más bien, una palanca muy útil para asegurar la gobernabilidad del Estado. Hasta que dejó de serlo.