En el ojo del remolino

XAVIER BRU DE SALA

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No son pocos los independentistas que, en estos días, participan en la novísima asignatura de la contabilidad nacional. En el nivel A, recuento creativo de votos, quejas por el boicot programado al voto de los catalanes residentes en el extranjero, etc. En el B, el haber y el deber de Artur Mas, a ver si conviene investirlo piloto en la etapa más difícil del viaje. En el pasivo ético, la mancha de corrupción de CDC y la sombra envenenada de Pujol. En el pasivo político, los recortes. Incluso si admitiéramos que todos eran obligatorios, persiste el recuerdo de la exhibición orgullosa de las tijeras en su primer mandato. Ninguno de los dos temas es menor. Por separado, habrían precipitado el fin de cualquier otro líder. Ni multiplicados, en el momento que más necesarios son los valores que impulsan un nuevo país y más obligatoria es la transversalidad, no bastan para tumbar a Mas. ¿Cómo puede ser?

Porque, en la página de al lado, brillan activos superlativos. Habilidad, decisión, templanza, experiencia. Las cualidades de Mas son indiscutibles. El 9-N salió muy bien. Mérito personal, no de la ANC. Tampoco de su partido, y mucho menos de los demás, que solo se apuntaron, a regañadientes y para no hacer ridículo, cuando se veía venir el éxito. Pero esta medalla, que destaca entre muchas otras, no bastaría para contrarrestar el pasivo. Nueva etapa, nuevo presidente. El independentismo debe escorar a la izquierda para protegerse de Podemos y hacer creíble la opa a Iniciativa. Muchas gracias por los servicios prestados, 'president'. Saludos. Ha hecho un gran servicio pero ahora haría un flaco favor.

La conclusión no predomina entre los dos millones de independentistas, pero es la de la CUP. Y la CUP es necesaria para investirlo por culpa de algunos miles de votos... que JxSí habría obtenido sin el boicot del Estado al voto no presencial. Aquí la contabilidad se complica. Mas perjudica la causa que defiende más bien que nadie. ¿Y ahora qué? ¡Atención! Todos los fusiles del españolismo apuntan contra Mas. Si ayudamos a España a eliminarlo, haremos un triste papel. Si le cedemos dos votos y lo salvamos, caeremos en grave contradicción. Solución salomónica. Lo rodeamos de vicepresidentes para diluirle el liderazgo.

¿Qué hace Esquerra mientras tanto, que no pía? Sentar y esperar. Si arrojamos piedras contra Mas pareceremos lo que somos. Quietud pues. Si pasa el cadáver del 'president', lágrimas de cocodrilo. Si pasa en carro triunfal, laureles de 'plasticuchi'. Antes la obligación que la devoción.

Ya podemos cerrar el libro de la contabilidad. ¿Pérdidas o ganancias? Importa más la política. Más allá de perfilarse como protomártir de la independencia, Mas es la garantía de que el giro a la izquierda no comporte fuga en masa de votos centristas, liberales e incluso socialdemócratas.