Análisis

La oferta inaceptable

De haber admitido la propuesta de Iceta, Mas habría sido tildado de traidor por la calle

JOAQUIM COLL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Aunque nadie las desea, el camino hacia las elecciones anticipadas es inevitable porque así lo ha decidido Artur Mas. Si la respuesta al fracaso del pacto fiscal hace dos años fue llamar a las urnas, también lo será esta vez ante la imposibilidad de que se celebre la anunciada consulta. La gran diferencia es que si entonces adelantó los comicios creyendo que iba a obtener una mayoría excepcional, ahora lo hará porque es el único camino que tiene para salvar su biografía política y aligerar la presión popular. Frente a esta opción, tenía dos alternativas. La que le venía sugiriendo desde hace semanas Oriol Junqueras: formar un Govern de unidad soberanista para sacar las urnas el 9-N y desafiar la legalidad constitucional, legitimando una dinámica insurreccional. Y la que ayer le brindó Miquel Iceta: aprovechar la segunda mitad que queda de la legislatura para perseverar en el diálogo, la negociación y el pacto, atendiendo al mismo tiempo a las políticas sociales y a la gobernación del día a día.

El nuevo líder socialista demostró astucia en el planteamiento. Pasado mañana, Mas no podrá alegar que nadie le ofreció una tabla de socorro para evitar unas elecciones que van a dejar una Catalunya más ingobernable. Fue un ofrecimiento que, tras el agrio desencuentro entre Mas y Junqueras, pareció por un momento que podía prosperar. Pero si el president no desea pasar a la historia como un político completamente insensato, tampoco quiere hacerlo como un traidor a ojos del movimiento independentista. Y es que en Catalunya manda la calle. La oferta de Iceta habría sido leída de esta forma y, por tanto, no pudo aceptarla.

El camino de Mas es convocar elecciones más pronto que tarde. Tras dos fracasos políticos tan considerables, no debería volver a presentarse, pero los suyos lo van a presionar enormemente para intentar salvar los muebles. Tampoco está claro con qué programa político podría concurrir que fuera creíble y atractivo para los que se manifestaron en la V. Ahora a Mas le gustaría ser Alex Salmond, pero entregó su cabeza a ERC cuando puso fecha y pregunta a la consulta. Por eso todo apunta a que estamos ante el inicio de su fin, antes o tras perder las nuevas elecciones. Su única bandera será haber firmado el decreto de la consulta. Aunque puede ayudarle que Junqueras siga radicalizándose mostrando, como ayer en el Parlament, que como político no es gran cosa, y mucho menos alguien preparado para gobernar.