Ocho conclusiones tras el 12-O

JUANCHO DUMALL

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Primera. Los organizadores de la concentración de la plaza de Catalunya pueden decir que el sábado hubo más gente que el mismo día del año pasado. Sin embargo, es muy poco creíble la cifra de 160.000 personas que dieron al final, sencillamente porque no hubieran cabido en la plaza.

Segunda. ¿Cómo es posible que la cifra de asistentes facilitada por la Guardia Urbana (30.000 personas) difiera tanto de la de la Delegación del Gobierno (100.000)? Es evidente que la política está por encima de los cálculos rigurosos. El baile de cifras refuerza la razón de quienes sostienen que la única manera de contarnos de manera incontestable es organizar una consulta.

Tercera. La manifestación de la plaza de Catalunya tuvo un tono claramente de derechas. La izquierda que no está por la independencia se quedó en casa.

Cuarta. Albert Rivera, líder de Ciutadans, emerge como principal figura del movimiento contra la independencia. Alicia Sánchez-Camacho se ha mostrado muy activa pero soporta el lastre de unas siglas, las del PP, en horas bajas. Así lo indican todas las encuestas.

Quinta. La concentración de la plaza de Catalunya se celebró en un ambiente cívico, familiar y festivo. La convivencia goza en Catalunya de una salud de hierro. Así se demostró en la Diada del Onze de Setembre y volvió a quedar claro el sábado. Ese es un gran valor de una sociedad en la que se produce un debate tan polarizado como el de la soberanía.

Sexta. Los grupos de ideología violenta que se concentraron en otro lugar de la ciudad eran unos cuantos centenares que mostraron la cara más rabiosa de la ultraderecha, pero que, perfectamente controlados por los Mossos, no causaron disturbios.

Séptima. El espíritu del Día de la Hispanidad sigue despidiendo un aroma rancio muy perceptible en la Catalunya moderna, por más que se esfuercen los teóricos de los mensajes en positivo.

Octava. El independentismo ha ganado la batalla de la calle y marca el ritmo del debate político y mediático. Luchar contra las grandes movilizaciones independentistas, como la de la Via Catalana, con armas parecidas es una estrategia equivocada.