La clave

Objetivo: Monrovia

BERNAT GASULLA

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Serpiente de verano: dícese de aquel tema, espumoso y de poco calado, al cual nos aferramos los periodistas para salvar las páginas de los diarios. Hay quien, con la boca más o menos pequeña, asegura que la atención mediática a la epidemia de ébola que azota el África subsahariana obedece solo a eso. A llenar papel. Como hacían los periódicos hace décadas con el monstruo del lago Ness.

No soy quien para juzgar las intenciones de otros, pero creo que considerar lo que pasa con el ébola un ejercicio de periodismo casual de verano es ser miope. O, lo que es peor, ciego. Aquí, en la señorona Europa, aún no nos queremos dar cuenta de que África se ha convertido en poco menos que la alfombra bajo la cual ocultamos muchas de nuestras miserias, por no decir porquerías. Y, de vez en cuando, esa alfombra no da para tanta basura, y se desborda. Como consecuencia, los ricos, acomodados y cultos de Occidente nos vemos salpicados. Eso es lo que pasa con el ébola, y ya ha pasado antes con enfermedades, guerras, sequías, hambrunas y movimientos migratorios. Pero no aprendemos.

Sida, malaria y tuberculosis

No somos los periodistas, sino los médicos y cooperantes que trabajan en los países azotados por la epidemia, quienes aseguran que la atención al ébola surte efectos. La tabarra periodística ha conseguido que lleguen más recursos. Pero se recrimina a la prensa, no sin razón, que no dediquemos el mismo esfuerzo a otros azotes que causan muchas más muertes, como el sida, la malaria o la tuberculosis. Y nos advierten: este año, la época de lluvias se retrasa, con las consecuencias que ello acarrea en las cosechas.

La repatriación desde Monrovia del cura Miguel Pajares y la  muerte de la monja Chantal Pascaline tras serle denegado su traslado a España ha desvelado las contradicciones de Occidente en el abordaje de estas emergencias. Solo hay una alternativa: la cooperación internacional y dotar de mayor eficacia a organismos como la OMS. Debería ser un objetivo prioritario. Pero todo hace pensar que, cuando pase la urgencia, volveremos a levantar la alfombra africana para tapar nuestras vergüenzas.