Obama: un pato nada cojo

En el último año el presidente ha alcanzado importantes logros en política internacional e interior

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Una de las grandes contribuciones estadounidenses al lenguaje político es la expresión lame duck, pato cojo, lame duck, que define la escasa o nula capacidad de actuación de un administrador público en el último periodo de su mandato, cuando ya no puede volver a presentarse a la reelección. Cuando falta poco más de un año para las próximas elecciones a la Casa Blanca parece que Barack Obama será una excepción.

Tras seis años de una presidencia escasa en grandes resultados y con un Congreso controlado por una mayoría republicana al ataque, todo parecía indicar que el legado que dejaría Obama iba a ser mínimo y que la parálisis dominaría sus últimos dos años. Por el contrario, desde las elecciones legislativas del 2014 el presidente ha sabido sacar petróleo en lo que parecía un desierto político y diplomático. En política exterior ahí están el restablecimiento de relaciones con Cuba, el acuerdo alcanzado con Irán sobre su programa nuclear y el firmado con China para la limitación de gases contaminantes. Y la pasada semana se ha hecho realidad el Acuerdo Transpacífico o TPP, un pacto con 11 países que supone el 40% del comercio mundial. En cuestiones de política interna ha impulsado una serie de medidas de corte progresista que van desde el blindaje de su tan rebatida reforma sanitaria a la neutralidad en internet pasando por la protección constitucional del matrimonio homosexual. Y aún hay otras en camino como es la reforma del sistema penal.

Barack Obama ha aprovechado todos los resquicios posibles para legislar y esto es lo que le aleja de ser un pato cojo en este final de su último mandato. Por el contrario, demuestra que incluso con un Congreso en contra, cuando hay una agenda y mucha tenacidad, la labor presidencial no tiene porqué detenerse. No obstante, que no sea un lame duck no significa que haya convertido en realidad promesas hechas en un momento tan lejano como la campaña para su primera elección. Guantánamo, el ejemplo más lacerante, sigue abierto. Otros ejemplos negativos que difícilmente mejorará en esta recta final del mandato son las vacilaciones en la guerra de Siria o el mantenimiento de los programas de espionaje masivo denunciados en su día por Edward Snowden, aunque siempre cabe la sorpresa de que Obama sea un pato volador