Los nuevos lerrouxistas

CARLOS CAMPUZANO

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Como muy bien ha sabido explicar Andreu Domingo, en su imprescindible “Cataluña en el espejo de la inmigración. Demografía e identidad nacional”, la inmigración es un elemento fundacional de la nación catalana actual; no nos podemos imaginar la Catalunya de hoy sin el flujo migratorio que ha ido modelando el país desde principios del siglo XX hasta la actualidad. Incluso podríamos ir más allá y recordar la significativa corriente migratoria occitana y francesa del siglo XVII que evocan los Bonet o Cornet que circulan por nuestro país. Y es que Andreu Domingo es discípulo de una de las personas sabias de este país, Anna Cabré, que es quien mejor ha estudiado la demografía catalana. La Cabré, en su memorable “El sistema catalán de reproducción”, explicó que la combinación de un bajo número de nacimientos y un intenso flujo migratorio en tiempos de bonanza explican la conformación de la población catalana desde el siglo XVII.

Todo ello hubiera podido suponer que el movimiento social y político que a lo largo del siglo XX reivindicaba la identidad catalana, la lengua, la cultura y la recuperación del autogobierno tuviera una base etnicista, que fomentara el miedo a los inmigrantes como base de la movilización política, con una concepción racial, inmóvil y esencialista del país. Pero justamente, pasó lo contrario. A lo largo de los años 60 y 70, durante el franquismo, los católicos y los comunistas, que aglutinaban los principales núcleos de la oposición al franquismo, fueron construyendo, desde el discurso y la práctica, la idea de un solo pueblo e hicieron popular la expresión “es catalán quien vive y trabaja en Catalunya y lo quiere ser”. Todo un programa que resumía el país que se quería construir y que aspiraba a no conformar dos comunidades separadas en función de la lengua o el lugar de nacimiento. Y esta ha sido la misma actitud con la que la sociedad catalana ha afrontado el reto de las migraciones del siglo XXI.

La aspiración a ser un solo pueblo tuvo en la escuela y con la inmersión la concreción más relevante en el terreno de las políticas públicas. Una idea, por cierto, como nos recordó muy bien con su “Nacionalismo y autogobierno”, Paola Lo Cascio, propuesta por la gente del PSC y el PSUC.

Y es que justamente fueron los comunistas durante el franquismo, la Transición y los primeros años de la democracia los grandes valedores, junto con CDC y el PSC, de la idea de un país no fracturado por el origen de su gente. Una fractura que, obviamente, reclamaba sobre todo una sociedad dinámica en la que el ascensor social funcionara y que exigía sí o sí, un Estado del Bienestar de corte europeo.

Como tampoco fue casualidad que el autor del emblemático y fundamental “Los otros catalanes”, Paco Candel, fuera senador y concejal del PSUC durante los primeros años dela democracia recuperada.

Todo ello, en definitiva, viene a cuento del discurso lerrouxista que los dirigentes estatales de Podemos están inyectando a la campaña electoral del próximo 27 de septiembre en el vergonzoso silencio que hace cómplices al os dirigentes de ICV y EUA.

Con dificultades y claroscuros, claro que sí, durante los últimos 50 años nos hemos esforzado mucho en hacer una Catalunya válida para todo el mundo. Xavier Martínez Celorrio, con los estudios que ha hecho para la Fundación Jaume Bofill, nos ha aportado datos muy relevantes para valorar la evolución de la movilidad social en Catalunya y que refuerzan la idea de un país integrador e inclusivo, ciertamente herido por la crisis de estos años…

De momento son demasiados aún en el resto del Estado que nunca han querido entender esta manera de ser y de estar, y que hubieran preferido mantener a las personas llegadas de las Españas y sus descendientes recluidos y petrificados en sus identidades de origen. A mí mismo, de orígenes murcianos por parte del abuelo paterno, me han preguntado en Madrid a menudo como era que un “charnego” como yo era nacionalista…

Y es que sería imprescindible que Joan Herrera y Dolors Camats, Joan Coscubiela y Joan Josep Nuet, por la memoria de Candel, de Benet, del “Guti” y de López Raimundo hicieran callar de una vez por todas a los dirigentes de Podemos que están recogiendo el pero estilo de Alejandro Lerroux y Alfonso Guerra. En campaña no todo vale y menos en nombre de la justicia social.