De nuevo, las manos mágicas de Alonso

Emilio Pérez de Rozas / Barcelona

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La F-1 sigue siendo una mezcla de buenos coches y buenas manos. A veces, sí, más a menudo de lo que debería, también acaba siendo cosa de una adecuada estrategia desde el muro y de una eficaz manera de cambiar los neumáticos. Bueno, al final, como todo en esta vida es un conjunto. Cierto.

Lo que, de nuevo, demostró el Gran Premio de Australia, disputada esta mañana en el trazado urbano, precioso, de Melbourne, es que, con un buen coche, con el mejor coche es muy difícil, por no decir, imposible errar el tiro y quedarte fuera del podio. Muy mal lo tienes que hacer para no chupar `cajón¿ o, incluso, ganar. Y también, también, que con un coche regular, si no tienes un buen, un extraordinario, piloto, buenas manos, excelente cabeza, olvidate, acabas en la cola.

McLaren-Mercedes han hecho el mejor coche invernal. Siempre han sido buenos, siempre, y tremendamente profesionales. Y ahí están, con el sabio, pícaro, listo y regular Jenson Button, campeón en el 2009 a quien muchos le restaron méritos por el extraordinario Brawn que pusieron en sus manos, ganando la primera carrera del año, casi casi con una mano. Le robó la cartera a su compañero de equipo, Lewis Hamilton, `poleman¿ el sábado, que se mordió la lengua y golpeó el pecho al ver como su colega veterano le arrebataba la gloria casi sin darse cuenta.

Hamilton, ejemplo, pues, de lo que es, a menudo, desperdiciar el mejor coche. Él lo ha tenido hoy en sus manos y solo ha sido capaz de ser tercero. Prueba, pues, de que su impulsivo pilotaje, excelente, clave, para hacer la vuelta rápida del sábado, le traiciona a veces en carrera. O se despista. O, incluso, estando de regreso en cuanto a cabeza, a preparación mental, aún no está a la altura de los mejores. O de los que aspiran al título.

Red Bull, que sigue experimentando, le ofreció a Sebastián Vettel y Mark Webber un nuevo monoplaza casi sin rodaje. Y, casi sin kilómetros, los dos supieron sacarle el mejor partido. La amplia sonrisa del bicampeón alemán, consciente de que hoy su mecánica no estaba a la altura de los McLaren (insisto más por puesta a punta que por error de diseño o falta de potencial), demuestra que él, mejor que nadie, sabe que el segundo puesto y los 18 puntos cosechados en Melbourne pueden ser decisivos al final de la temporada. Y, como siempre, Webber, en la línea del `abuelete¿ Button, siempre pegadito al podio, aprovechando el fantástico coche que Adrian Newey pone en sus manos. Cerca de Vettel, pero sin molestarle.

Y, detrás de los cuatro buenos, de las dos parejas que, parece, van a monopolizar este inicio de Mundial, aparecen los demás. Y los demás, en solo 16 vueltas, las últimas, aquellas a las que acabo reducido el GP de Australia por culpa de la averia del coche de Vitaly Petrov y la aparición del coche de seguridad, se clasificaron a más 21 segundos del ganador, que les sacó más de un segundo por vuelta al `resto del mundo¿ en 16 vueltas, al igual que Vettel, que Hamilton y que Webber.

Y como lider del `resto del mundo¿, como no, Fernando Alonso. No Ferrari, no, pues Ferrari está mucho más allá, está lejísimos de McLaren y Red Bull, está tan lejos como Felipe Massa, que volvió a fallar y a dejar solo al bicampeón asturiano. Fueron, sí, y en Ferrari lo saben, las manos y la habilidad de Alonso, que hizo otra salida brutal (del 12 al 8) y su machacona manera de clavar las vueltas como si fuesen de calificación, lo que permitió a la `Scuderia¿ salir viva de Melbourne pese a tener un coche que corre 15 kilómetros por hora menos que los mejores.

Como ya ocurriera el pasado año, las manos de Alonso, insisto, que no las de Massa, son las que tapan las vergüenzas de Ferrari, que ha vuelto a fallar en el diseño de su coche en invierno y está, no solo peor que McLaren y Red Bull, sino también peor que Mercedes, que Sauber, que Williams y hasta que Lotus, que con Kimi Raikkonen (ven, otras grandes manos), salió en el puesto 17º y acabó pegadito a Alonso, sexto.