La rueda

Nueva resistencia

Cuando solicitó un préstamo en el banco, le dijeron que su negocio, una librería, es de riesgo

La librería Robafaves durante su acción "SOS Robafaves"

La librería Robafaves durante su acción "SOS Robafaves" / periodico

NAJAT EL HACHMI

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La librera aguanta, resiste. En otros tiempos la resistencia era oponerse a un régimen definido que no quería libros escritos en la lengua periférica. En aquella época remota de persecuciones y censuras, la resistencia era un hecho colectivo. Todo el mundo tenía claro que para vencer al poder con ansias de aculturar a la población sometida había que agarrarse precisamente a la cultura, al conocimiento y al arte. La acción política no estaba separada de la cultural y en la intimidad de los hogares, los lectores disfrutaban de las obras que no les dejaban exhibir públicamente. En todas partes abrieron librerías que nutrían a los lectores sedientos de materia literaria. Comprar libros en catalán era un acto de amor propio pero también de militancia resistente.

Ahora la librera resiste, aguanta, pero los poderes contra los que lucha son etéreos, no se sabe muy bien dónde se localizan, de dónde vienen. La crisis, claro, una de las explicaciones a la situación actual, la crisis, al fin y al cabo, lo explica todo. Pero sospecha que no es únicamente eso y que el cambio va a ser irreversible. Se han reducido los lectores, han huido en manada hacia distracciones digitales que les dan satisfacciones inmediatas, azúcar refinado, sin que tengan que pensar ni, mucho menos, tener vida interior y verse obligados a trabajarla con los textos de los escritores. Por eso muchos de sus clientes se decantan por libros fáciles, lineales, digeribles. Todo masticado. Y aún gracias. Aún gracias que no se los descarguen de cualquier sitio pirata.

La librera aguanta, resiste, pero en los últimos meses se le hace más difícil pagar los recibos. Ya ajustó los gastos todo lo que pudo cuando empezó la debacle y ya no puede recortar más. Fue al banco a solicitar un pequeño préstamo para pasar el trance y le dijeron que no, que su negocio es de riesgo. Si fuera dueña de un bar, aún, pero ¡una librería!