La clave

La nueva economía y la Barceloneta

BERNAT GASULLA

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Evan Henshaw-Platt es cofundador de la empresa que acabó siendo Twitter. Como muchos de su  estirpe, la de los millonarios con chancletas y bermudas, vive a cuerpo de rey, lo que no le impide poner el dedo en las llagas del capitalismo tradicional. Leo en la página web especializada en turismo 02B que este gurú de la nueva economía considera el modelo hotelero «insostenible» y «con los días contados». ¿El motivo? No se pueden mantener los servicios de un gran edificio que está casi vacío muchas semanas del año. Y, consecuente con su pensamiento, en su última visita a Madrid se alojó en un pisito con piscina alquilado mediante la web AirB&B.

Henshaw-Platt aboga por los modelos de costes compartidos. Hablando en plata, por que un particular alquile su piso o habitación al visitante. Su voz, procedente del sector más alternativo de los negocios, no es la única. Hace muy poco se ha sabido que Uber, el terror de los taxistas que se ha convertido en emblema del consumo colaborativo, fichó como abogado a David Plouffe, un exasesor de Obama. Algo muy potente se está cociendo en el subsuelo de los negocios convencionales.

Plan de usos

Pero me habría gustado ver a Henshaw-Platt y a Plouffe intentando explicar las virtudes de estas nuevas fórmulas de consumo colaborativo a los vecinos de la Barceloneta que han salido a la calle hartos de los usuarios incívicos que atestan los apartamentos turísticos, muchos de ellos alquilados mediante las fórmulas que propugnan. Es cierto que este consumo colaborativo tiene una fuerza imparable, impulsado por la crisis. Pero es cierto también que esa fuerza requiere control. El Ayuntamiento de Barcelona no ha sabido anticiparse a un efecto no deseado pero previsible de la implantación del plan de usos de Ciutat Vella, que limitaba la apertura de hoteles y apartamentos legales.

Lo ocurrido en la Barceloneta no es un problema de vándalos ebrios ni, si me apuran, de modelo turístico. Es mucho más complejo, fruto del difícil encaje de la nueva economía en una ciudad volcada en el turismo. Poco haremos si lo resolvemos con más policías en la calle. Hará falta más imaginación.