EDITORIAL

La nueva batalla del Ebro

La masiva concentración de Amposta refleja la frontal oposición popular a un plan hidrológico mal diseñado

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La llamada de la Plataforma en Defensa del Ebro aCatalunya para protestar por el Plan del Ebro aprobado por el Gobierno obtuvo ayer una multitudinaria respuesta en Amposta. Decenas de miles de personas escenificaron la oposición social que despierta un reparto del agua a lo largo de la cuenca del Ebro que amenaza la riqueza medioambiental de un delta condenado a pasar sed.

Esta nueva batalla del Ebro, provocada tras la revisión deprisa y corriendo por parte del Gobierno en funciones de 16 planes de cuenca de toda España, presenta en el caso del Ebro varios frentes abiertos. El primero y fundamental es ese caudal ecológico mínimo de 3.100 hectómetros cúbicos anuales que se establece para la desembocadura del río, y que supone menos de la mitad de los que ha reclamado la Generalitat. Esa sequía en el tramo final -que comportaría un avance de la salinización de la zona ante el avance imparable del mar, además de otros problemas de fauna y flora- se explicaría por las altas previsiones de agua para abastecer 465.000 hectáreas de regadío y la construcción de 56 nuevos embalses río arriba, tal como recoge el plan gubernamental. Ese reparto de aguas que amenaza la desembocadura, favorece sin embargo a los sectores de regadío de comarcas catalanas del curso bajo sobre todo aquellas áreas que dependen de un faraónico canal Segarra-Garrigues aún infrautilizado. Las soluciones exigirán dosis de consenso y prudencia.