Dos miradas

Nuestra Turquía

Turquía se ha convertido en nuestro patio trasero, en el cuarto oscuro donde se acumula todo lo que no queremos

Erdogan se dirige a sus seguidores al llegar al aeropuerto de Esenboga, en Ankara, el 17 de abril.

Erdogan se dirige a sus seguidores al llegar al aeropuerto de Esenboga, en Ankara, el 17 de abril. / periodico

EMMA RIVEROLA

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Ella no tiene nombre. Porque son muchas. Es mujer. Quizá estudiante, profesional o tal vez solo es una niña que quería ser como mamá. Ahora, Erdogan dice que el principal papel de la mujer es ser madre. La violencia contra las mujeres se ha intensificado en sus años de presidencia. El uso del velo se está generalizando. Si es kurda y feminista será detenida, agredida, quizá algo peor. Pero quizá es un hombre. Y, como ellas, también verá su libertad cercenada. Y sus derechos. Periodistas, abogados, empresarios, profesores son arrestados. Cualquiera que alza la voz o trata de preservar la democracia es represaliado. 

Y ahora, ¿les contamos la verdad? ¿Les decimos a esos hombres y mujeres que hace cinco años pensaban que formarían parte de la Unión Europea, que tenían vidas e ilusiones que corrían paralelas a las nuestras, que preferimos mirar hacia otro lado? Es más, ¿les confesamos que la UE está apuntalando a Erdogan? ¿Que dejaremos que sigan consumidos por el miedo porque este es el trato? Turquía convertida en nuestro patio trasero, en el cuarto oscuro donde se acumula todo lo que no queremos. Sí, Erdogan, quédate con los refugiados, protege nuestra tranquilidad. A cambio, nosotros callaremos tu crueldad y no preguntaremos en qué gastas el dinero que te damos. ¿Los que pactan con los tiranos cómo se llaman? Porque en eso nos hemos convertido. Después, cuando el odio nos salpique, recordemos que no somos inocentes.