Tribuna

Nos sentimos

Mi lugar está en la calle, pero en este momento excepcional he decidido estar como independiente en la lista de ERC

Concentración para la liberación de los presos.

Concentración para la liberación de los presos. / periodico

RUBEN WAGENSBERG

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La situación que vive nuestro país --nos lo miremos con la óptica que nos lo miremos-- es la más excepcional que muchos hemos vivido.

En mi opinión, el único responsable de todo ello es un Estado que nunca ha superado noviembre de 1975. Y en consecuencia, pienso que cualquier salida a esta situación implica, en primer lugar, resolver esta coyuntura.

Los que queremos superar este marco somos mayoría. Nos sentimos, pero no siempre nos encontramos. Y, desde este punto de vista, el camino emprendido por el soberanismo es un claro ejemplo de eso. Quizá debido a las adversidades del Estado o a la postura defensiva del soberanismo, no lo sé, el independentismo no ha sabido tejer las complicidades allí donde era necesario. Esta es su gran asignatura pendiente. Este país, sea cual sea su forma, lo tenemos que construir entre todas y todos.

Construir un nuevo país

Felizmente, y seguro que como muchos y muchas de quienes estáis leyendo este artículo, de una manera u otra me siento cercano a una parte importante de la gente de nuestro país. Me siento ligado a todas aquellas personas que piensan y actúan para transformar este mundo en un lugar mejor. Me siento del lado de la gente que salió a la calle el 3 de octubre para defender los derechos fundamentales. Alzo la voz para reivindicar a la gente de la PAH, a los socorristas de Proactiva Open Arms que navegan por las costas de Libia salvando vidas, como Toni Ana de Stop Mare Mortum, o la mejor alcaldesa del mundo, Dolors Sabater y el consenso Badalona. Respeto y admiro a muchas de las personas a las que representará Domènech el 21-D y comparto el ideario de la CUP, a quien he votado más veces en mi vida. Y estos días más que nunca me siento y pienso en los presos políticos. En todos y todas. Pienso en los exiliados de ahora y de siempre, en el president Puigdemont, el enorme corazón de Cuixart y la mirada crítica de Évole.

Con todos ellos nos separan formas, motivos y objetivos ideológicos. Pero junto a todos ellos quiero aprender y construir este país. No puede ser de otra manera.

Quien me conoce --especialmente quienes han sido mis profesores y profesoras-- saben que soy poco de teorizar y mucho de hacer --que no hablar--. Si Marina Garcés leyera esto se enfadaría, y con toda la razón, pero creo que no es una cuestión de voluntad, sino de capacidad.

Aprender y volver a la calle

Desde el momento en que ERC me ofreció la posibilidad de participar como independiente a través de su lista en la vida parlamentaria de esta legislatura, las dudas y el contacto con mi entorno ha sido continuado. Mi lugar --y donde considero que más puedo ayudar-- está en la calle. Pero desde la visita de ayer a Bruselas --donde pude comprobar en primera persona la injusticia hecha persona-- pienso que no hay momento más excepcional que este. La reflexión durante el vuelo de regreso fue: si alguien me reclama y piensa que puedo ayudar, allí estaré. Desde todas las contradicciones ideológicas del mundo, tengo claro que entrar en "Matrix", como decía David Fernàndez, es algo corto y concreto. En un momento excepcional, triste pero a la vez apasionante y convencido de poder aportar todo lo posible para buscar y encontrar el consenso de acción. Para construir poder popular y república. Para aprender y rápidamente volver a la calle. Y seguir. Siempre seguir.

Este es un artículo dirigido a mí mismo y que me prometo leer cada día en el corto camino que separa mi casa de la plaza Joanic. Donde cogeré cada día la línea amarilla para bajar al Parlament. Para no olvidar por qué estoy yendo hacia allí.