No nos jodáis

Manuela Carmena instó a los partidos políticos a ponerse de acuerdo y a jugar con las cartas que les había dado la ciudadanía. «Parecen niños grandes jugando a ver quién coge la pelota», afirmó. Las palabras de la alcaldesa de Madrid repiquetean a ritmo de Serrat y su «niño, deja ya de joder con la pelota». Casi se puede captar el nerviosismo de un intento de siesta saboteado por un impertinente boing-boing.

Pues eso, dejad de jodernos. No nos ofendáis más con que uno no quiere jugar con el otro o con el de más allá, dejad de tirar balonazos fuera y de exhibir la lista de las debilidades del que se supone que debería jugar en el mismo equipo. Porque, al final, el problema es que ya no sabemos quién es de los nuestros y, aún peor, que tememos que no lo sea ninguno. Porque se suponía que el rival a batir era la derecha manchada de corrupción e ineptitud, pero la izquierda va a acabar perdiendo por no atreverse a abandonar el refugio de la portería. Es decir, el partidismo y el desprecio que solo alimentan a los sectarios.

Pablo, al final vas a romper los vidrios de ese cielo que querías asaltar. Pedro, vas a perder la pelota jugando a los malabares. Más pronto o más tarde, la pelota caerá al suelo y tendrás que decidir a quién se la pasas sin equivocarte de equipo. Unas nuevas elecciones no solo dan pereza. Dan rabia. Porque no habréis estado a la altura de nuestros votos. Y la abstención os golpeará en toda la cara.