¿Nos dejarán los mercados llegar al 20-N?

Los dirigentes europeos no han conseguido engañar a los mercados. Se reunieron el 21 de julio y, tras muchas idas y venidas y ningún cambio sustancial de posición, anunciaron que habían acordado que, tras cumplir una serie de requisitos, el fondo de rescate europeo empezara a comprar títulos de deuda de los países en dificultades, España entre ellos. Más de un comentarista dijo entonces que eso, más que una solución, era un parche para que los gobernantes de la UE y sus cohortes se pudieran ir de vacaciones, para que hasta finales de agosto no pasara nada terrible. Porque para que el fondo de rescate pueda hacer lo acordado es precisa la previa autorización expresa de varios parlamentos nacionales, entre ellos el alemán. Y eso, si se consigue, será dentro de unos cuantos meses.

Bruselas esperaba que el mero anuncio de sus intenciones calmara a los inversores. No ha sido así. Los mercados ya no creen en las palabras de los dirigentes europeos. Están disparados y solo se pueden parar con hechos contundentes, con multimillonarios contraataques institucionales que desde hace ya demasiado tiempo los políticos de nuestro continente parecen incapaces de llevar a cabo conjuntamente. Esa es la mayor fuente de pesimismo en las condiciones actuales, cuando el abismo se ha abierto a los pies de nuestra economía y cuando lo máximo que pueden hacer nuestro presidente del Gobierno y su ministra de Economía es pedir, sobre todo al BCE, que abra un poco más la mano y nos ceda fondos con los que capear el temporal durante unos días más.

Posiblemente lo van a lograr. Pero el Gobierno español carece de instrumentos para resolver el problema. Y ahora la pregunta es si quien los tiene, es decir, Europa, hará algo decisivo para cambiar las tornas antes de que lleguen nuestras elecciones del 20-N. O si, por el contrario, cuando los ciudadanos acudan a votar, otras manos habrán decidido la suerte de nuestro país para muchos años. Haga lo que haga Mariano Rajoy.