Dos miradas

El nombre

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Hay un niño peruano que se llama Shakespeare Mozart Armstrong Correa Pérez y un dominicano a quien sus padres bautizaron como James Bond Cero Cero Siete Carrión Vargas. Esto es absolutamente cierto, y también lo es que hay varios mexicanos que se llaman Masiosare, en honor a la letra del himno nacional, en el fragmento que dice «mas si osare un extraño enemigo profanar con su planta tu suelo...». Cada uno es libre de llamar a su hijo con el nombre que prefiera, aunque, después, las consecuencias pueden ser nefastas, incluso si se trata de un santo aceptado por la Iglesia católica. Es el famoso caso de Cristóbal Colón Palasí, el psicólogo que es el alma de los yogures de La Fageda. Hace 30 años, se presentó a las autoridades y les dijo: «Soy Cristóbal Colón, vengo del psiquiátrico y quiero montar una cooperativa con enfermos mentales».

Sin llegar a estos extremos (o sí), los padres de una niña francesa decidieron que se llamara Nutella, como la crema de cacao. Un tribunal de Valenciennes, con notoria clarividencia, ha evitado el desbarajuste y ha considerado que el nombre era «contrario al interés del niño». Oficialmente, se llamará Ella, aunque es muy probable que los padres no desistan de su propósito en la intimidad. La pregunta «¿quieres Nutella, Nutella, o prefieres crema de cacahuete?» Será un clásico familiar y la niña, de mayor, quizá se lo hará pagar con alguna venganza cruel que aún no es capaz de calcular.