No hay más preguntas

ERNEST FOLCH

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¿Puede suicidarse un partido? El PSOE parece empeñado en reivindicar el derecho a su eutanasia. Del partido que envió a Rubalcaba a pactar con Rajoy una reforma exprés para ahogar el Estado del bienestar que decía defender llega ahora el último invento para mantenerse a flote en el statu quo: otro grotesco pacto con el PP. ¿A qué viene este cuento de renovar el acuerdo con el PP con la coartada del yihadismo, cuando este problema no es ni uno de los diez que más preocupan a los españoles? ¿De dónde sale esta parafernalia antiterrorista cuando ETA ya ha dejado las armas? Por supuesto, son preguntas retóricas, porque la ceremonia pomposa que vivimos el lunes no tiene nada que ver con ningún terrorismo sino con eso que los pedantes llaman realpolitik. Ante el despeño de su partido, y el suyo propio, acechado por las hienas andaluzas, Pedro Sánchez ha hecho caso a los asesores que le recomendaban un gesto de estadista en medio del naufragioPedro -le han dicho-, lo de menos es el acuerdo, lo que importa es la foto. Y así ha corrido a darse la mano con un partido que hace escasas semanas juraba que nunca pactaría con él.

Una cláusula daliniana

La prueba de que la cuestión no era el contenido sino el continente es que en el acuerdo hay alguna cláusula que parece redactada por Dalí, como la que asegura que, para salvar sus esencias socialistas, se recurrirá al Constitucional el propio acuerdo que se acaba de firmar. En las tertulias católicas se han interesado de golpe por esta presunta y sobrevenida plaga yihadista, con la esperanza de que con el comodín mágico del terrorismo sean capaces una vez más de tapar la propia porquería, como esa sede de la calle Génova pagada religiosamente con billetes de 500. Y es que el PP, que sí sabía muy bien por qué firmaba este acuerdo, aprovechó que en España el Pisuerga siempre pasa por el Valladolid aznarista para colarle a nuestro Pedro subversiones del orden constitucional, y así preparar el terreno para ese día cada vez más cercano en el que por fin se podrá poner en un mismo saco legal a Artur Mas, Arnaldo Otegi y el Estado Islámico. Todos enemigos; por lo tanto, todos terroristas. A este PSOE que baja a toda velocidad por la cuesta hacia la nada le espera, tras el batacazo, la coleta risueña de Pablo Iglesias, que asiste divertido al último gol que la izquierda de la casta se ha metido en su propia portería: nunca habría podido imaginar que sería una foto voluntaria de Rajoy y Sánchez la que validaría notarialmente todas sus teorías de la conspiración. Pero en cualquier suicidio hay un momento literario, y tampoco Pedro Sánchez pudo escapar a él. Tras la fotografía fatal, ya impregnado del espíritu mariano, tomó la feliz iniciativa de comparecer ante los medios sin permitir preguntas.

Efectivamente, no hay mas preguntas, señoría.