La clave

'No future': 40 años de punk

JUANCHO
Dumall

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Es un debate recurrente: ¿el punk nació en Nueva York o en Londres? Los estudiosos no se ponen de acuerdo. Pero hay menos controversia sobre el cuándo. El primer disco de Los Ramones, posible punto de partida del tsunami que llegaba para arrasar las adormecidas costas del rock sinfónico, se publicó en Estados Unidos en febrero de 1976, hace ahora 40 años. Fue ese mismo mes cuando los Sex Pistols debutaron en el mítico Club Marquee de la capital británica. Podemos concluir que si bien los primeros guitarrazos acelerados de la nueva moda se oyeron en el célebre CBGB neoyorquino, fue en los bares ingleses donde el movimiento de las crestas, los imperdibles y las botas militares alcanzó su dimensión política y contracultural. Eran jóvenes que exhibían con orgullo su condición de escoria del Reino Unido.

Quién iba a decirles a aquellos nuevos anarquistas desarrapados que escupían a los bobbies y se empujaban en los conciertos que cuarenta años después serían objeto de estudios y exposiciones como la que podrá contemplarse en el Macba esta primavera. ¿Es el punk un objeto de museo?, ¿una moda juvenil que se fue como vino?, ¿una de tantas excentricidades británicas? Vistos con la perspectiva de cuatro décadas, muchos de los mensajes que encerraban las canciones de bandas como The Clash podrían, por su rabiosa descalificación del establishment y su radical denuncia de la injusticia en un mundo globalizado, formar parte de la banda sonora de esta crisis. De alguna manera el punk se adelantó a su tiempo.

Su lema más identificable, No future (no hay futuro) aludía a la desesperanza de los jóvenes en la crisis de los 70, una amargura no muy diferente a la que sienten los jóvenes parados o seudoempleados de la Europa de hoy.

Antes de las redes

El punk trajo, tres décadas antes de las redes sociales, una revuelta contra los medios tradicionales, con la explosión, por ejemplo, de las radios libres y los fanzines. Uno de sus principios fue que no hacía falta un entorno ni grandes conocimientos para lanzar un mensaje. Una actitud muy de hoy: «Si tienes algo que decir, sube ahí y dilo».