No está pasando nada

Aunque podría parecer lo contrario, en la política española sigue sin ocurrir nada realmente reseñable. A menos de 50 días de las elecciones generales y con la crisis catalana abierta, nadie se atreve a dar el mínimo paso que podría comprometerle. Solo hay gestos para la galería, fintas que siempre se quedan en nada y propaganda electoral. Ninguno de los políticos que se disputan la partida apunta maneras para liderar el país. Ni Albert Rivera, que es el más brioso pero cuya postura en torno al asunto catalán sigue siendo demasiado plana.

Eso sí, quedan las encuestas. Pero, todas, unas más y otras menos, transmiten la sensación de que el momento que retratan es demasiado provisional como para anticipar los resultados finales. Los cambios constantes en el estado de la opinión pública denotan que la ciudadanía, o cuando menos esa parte de la misma que decidirá la suerte de las elecciones, anda muy despistada. Que no sabe a qué carta quedarse y que en la noche del 20-D  puede haber sorpresas. Lo que es mucho menos seguro es que haya noticias de calado en estas tres semanas que faltan. Hasta los propósitos rupturistas de la presidenta del Parlament corren el riesgo de quedarse empantanados entre las múltiples contradicciones que han generado. La política catalana no apunta hacia nada consistente a corto plazo. Aún menos la respuesta que los políticos madrileños dicen que quieren darle.

En definitiva, que la partida electoral sigue todavía sin comenzar. Y todo indica que se va a improvisar. No está ni mucho menos dicho que Catalunya vaya a ser el eje de la misma. Porque ha empezado a dejar de motivar al personal español. La economía ha entrado en una senda que cada vez va a permitir menos mensajes triunfalistas. Y los corresponsales extranjeros están callados. Porque no saben qué contar.