No es Mas todo lo que reluce
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
ALBERT SÁEZ
Se habla mucho estos días de la astucia de Artur Mas al parapetarse -dicen- en la lista de Junts Pel Sí tras tres candidatos independientes y rodeado de las caras más populares del independentismo. Se dice que intenta de esta manera tapar todas sus vergüenzas: desde los recortes a la corrupción. Por eso desde la oposición se insiste una y otra vez en hablar de la lista de Mas y no de la lista unitaria. Seguramente las malas expectativas de CDC tras la confesión de Pujol, los cinco años de recortes, el caso Palau y la ruptura con Unió han pesado y mucho en su decisión de optar por una lista que si fuera de la izquierda le llamaríamos de confluencia. Pero tan cierto como eso es que Mas tiene también mucho que perder en esa lista, tanto por lo que se refiere a su liderazgo como al peso de CDC en la política catalana.
Las elecciones las carga el diablo y siempre tienen algo de "reset", de ruptura, de punto de inflexión. Las encuestas daban a CDC entre 30 y 40 diputados si se presentaba en solitario. Las encuestas empiezan a decir que Junts pel Sí puede tener entre 50 y 60 diputados. Tal como se ha pactado esa lista, en el caso de tener 50 diputados, 12 serían no adscritos. Y de los 38 restantes, 23 serían de CDC y 15 de ERC. Si llegan a 60, 12 seguirían siendo no adscritos (ocupan los primeros lugares) y del resto, 29 serían de CDC y 19 de ERC. Y aún podríamos afinar más. Si llegasen a 70 (la suma actual de CiU y ERC), 12 serían no adscritos, 35 de CDC y 23 de ERC. Si el grupo cuaja, en cualquiera de los escenarios CDC no tendría mayoría clara. Y si no cuaja, el botín que se lleva no es muy superior al que podía obtener en solitario. La lista de Junts pel Sí no es un mal negocio para CDC pero tampoco es una bicoca en la que sus socios sean medio idiotas al haber aceptado el pacto.
En momentos de convulsión política conviene no mirar las realidades nuevas con gafas viejas. Consiga o no sus objetivos, el tsunami independentista ha transformado el mapa de partidos en Catalunya y las elecciones del 27-S lo van a certificar defintivamente. Con mayor o menor fuerza se prefigura un nuevo espacio político similar al del Scotish National Party (SNP) escocés. Más independentista que la antigua CDC y un poco más a la izquierda, menos implicado con la Transición y algo más regeneracionista. Y si obtiene más de 70 diputados será muy difícil deslindar el resultado de la cara de Raül Romeva.
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