ANÁLISIS

No es la luz, son flases

RAMÓN LOBO

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París, siempre París: la cuna de la soberanía popular, la Revolución, los derechos del ciudadano y de las utopías del 68. «Sean realistas: pidan lo imposible», decía una de las pintadas más célebres de aquella primavera. Lo imposible no es la foto de una cuarentena de líderes mundiales cuando algunos de ellos representan a depredadores de la libertad de expresión. Lo imposible sería que Netanyahu y Abbás fueran del brazo por las calles de París, y las de Jerusalén, Ramala y Gaza.

Otra de las pintadas en aquella eclosión de locura, sueños y libertad, cuyos herederos serían el 15-M y los movimientos de Occupy Wall Street y otros, rezaba: «No puede volver a dormir tranquilo aquel que una vez abrió los ojos». ¿Los hemos abierto? ¿Los abrieron unos líderes que más que ver la luz de la libertad, han visto la luz de los flases, como denunciaba un tuit de los muchos que inundaron las redes sociales?

Seamos pesimistas: es más seguro. Se irán las cámaras, se vaciarán las calles y volverán a colocar los intereses donde deberían estar los principios.

Fue una tarde memorable, plena de emoción. Muchos comparan la matanza en 'Charlie Hebdo' con el 11-S en Nueva York y Washington y el 11-M de Madrid. Aunque en aquellos ataques se perdieron más vidas y se empleó más violencia, no generaron una movilización de líderes como #JeSuisCharlie. ¿Qué ha pasado para que políticos que odian lo que representa 'Charlie Hebdo', que encarcelan o matan periodistas, que aprueban leyes mordaza, estén en primera línea? La diferencia está en la globalización de la información; ellos también son víctimas del 'trending topic', el número de 'followers', los impactos en Google y en todas esas zarandajas que creemos que venden periódicos y ganan elecciones. Quizá esté en que esta vez, además de personas, han atacado valores como la libertad de expresión, el pilar de todo sistema democrático.

Muchas de las personas que se manifestaron este domingo en París no comulgaban con la línea provocadora de 'Charlie Hebdo', pero aquí no está en discusión la calidad de los dibujos, su oportunidad, lo que está en juego es el derecho a no tener miedo, a no ceder ante los violentos, sean musulmanes, católicos o fascistas. Pasarán los días, veremos qué queda del fervor. El olvido está lleno de días históricos que iban a cambiar el rumbo de las cosas.

La revista satírica atravesaba dificultades financieras. Quizá no hubiera sobrevivido a la asfixia económica ya que rechaza la publicidad y las ayudas del Estado. Ahora, gracias a la estupidez de unos pistoleros fanatizados, llueven las donaciones, la solidaridad.

Otra de las frases del 68 decía: «La imaginación al poder». Presidía las paredes de la Sorbona, un templo laico. Debería reimprimirse en la conciencia de cada político, en cada ciudadano que tiene la capacidad de cambiar a gobiernos. ¿No es eso también la esencia de la democracia? Una pintada gritaba en un muro de Nanterre en 1968: «No es una revolución, majestad, es una mutación». ¡'Insha'Allah'!.