Peccata minuta
No entiendo nada
No entiendo nada de fútbol, pero cada día me apasiona más: he llegado ya a la condición de ver partidos en los que no participa el Barça, a saber los nombres de los jugadores de otras escuadras, e incluso a identificar un fuera de fuego, que no es poco. Me apasiona no entender nada, porque entenderlo, o querer entenderlo, es saber de sus directivas y de sus cifras, señores de corbata con los colores del club y guarismos escalofriantes hacia los que siento profunda indiferencia. Fíjense: en los palcos solo hay gente fea que pasa frío mientras los atletas van a cuerpo gentil.
De idéntica manera que -dicen; nunca lo he visto- un iceberg oculta el 90% de su ser, me apasiona ignorar la intensa fealdad que debe esconderse bajo el subsuelo de los 90 minutos de un partido, en los que pueden acontecer pequeños milagros imprevistos que a veces me han recordado a la trompeta de Miles Davis. O al baile de Pina Bausch: una bella emoción que nace de los pies.
Otro gran placer que puede procurarnos un partido es el acercamiento al adversario. ¡Qué bonito que un madridista reconozca una gran noche de Messi o un culé alguna virtud en Cristiano! En política solo se felicita al contrincante cada cuatro años, en noches electorales, siempre que haya ganado. O cuando se firma, deprisa y corriendo, un narciso y prescindible pacto antiterrorista antiPodemos. En el fútbol, en cambio, es frecuente oír que, pese a ganar, no se ha jugado del todo bien: tal vez sea la única frase escuchable tras un partido; todo lo otro tiende al analfabetismo funcional.
Justicia y balón
Aquí y ahora está de máxima actualidad el señor Josep Maria Bartomeu Floreta, máximo responsable del FC Barcelona. En él confluyen los dos temas que más interés suscitan en la ciudadanía, paro aparte: justicia y balón, estadio y juzgado. El árbitro Ruz Gutiérrez es difícil de comprar, según parece. Hay dos cuestiones en juego: si hubo dinero sucio en el fichaje de Neymary si España -es decir, el Real Madrid- quiere perjudicar al Barça por presunto compañero de filas del independentismo. Según recientes palabras del conseller Vila Vicente,habría que cerrar filas urgentemente con Bartomeu, incluso antes de que actúe la justicia, ya que lo contrario significaría alta traición patriótica.
Esta semana hemos visto al president retratado con un señor de puro blanco que no es del Madrid, sino del azulgrana San Lorenzo de Almagro. ¿Pretendía Bartomeu fichar a Bergoglio para reforzar la defensa o pedirle consejo espiritual? Hablaron de los valores del Barça. La imagen me hizo pensar -pese a no entender nada de fútbol- en 'El padrino 3', cuando Al Pacino rompe a llorar tras confesarse con el que sería el brevísimo Juan Pablo I.
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