El nivel de seguridad no admite discusión

La coordinación y el intercambio de información entre los cuerpos policiales ha sido uno de los elementos destacados de la situación de crisis derivada del atentado del jueves. No debería sorprender que fuera así, porque lo lógico y normal es que quienes, aun vistiendo distintos uniformes, tienen encomendada la protección de la seguridad de los ciudadanos colaboren en pro de ese objetivo común. Pero las fricciones entre el Estado y la Generalitat han deparado en el pasado también algunas disfunciones entre los Mossos y los cuerpos policiales que dependen del Gobierno.

Por eso hay que felicitarse de que en estos días traumáticos no haya ocurrido nada extemporáneo en este terreno. Y hay que atajar toda polémica que intenten alimentar los maximalistas de uno y otro signo, como la que ayer asomó a propósito de si tras el 17-A barcelonés hay que mantener en España la alerta antiterrorista en el nivel 4alerta antiterrorista  o aumentarla al 5, que es el máximo.

Dado que este nivel puede implicar la presencia de militares en la calle, y dada la cercanía del 1-O, las especulaciones políticas interesadas sobre la imagen de soldados patrullando en Barcelona estuvieron servidas. El Ministerio del Interior, con el visto bueno de los Mossos, ha mantenido el nivel 4 pero reforzado. La prudencia y el respeto a las decisiones de los expertos son más necesarios que nunca en estos momentos, e intentar embarrar las medidas de seguridad que deben sopesar y adoptar los poderes públicos es, en el mejor de los casos, retorcido.