tú y yo somos tres
La nietísima y la impudicia
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
Y al grito entusiástico de «¡Ha hecho siempre lo que le ha salido del alma, sin importarle el qué dirán!», dieron paso a la estrella de la noche, Carmen Martínez-Bordiú (Hay una cosa que te quiero decir, Tele 5). Hombre, digamos de entrada que si la nietísima ha hecho toda la vida lo que ha dado la realísima gana, no es precisamente por su valentía y su mérito existencial, sino por que su abuelo, y toda su familia, se adueñaron de un país sobre el que tenían patente de corso y mando en plaza. O sea, que así, con esta impudicia, comenzó una entrevista que, a medida que avanzaba, se transformó en una especie de insólito y vergonzoso homenaje. Jordi González le sacó a un bailarín profesional para que la Bordiú Franco hiciese posturitas y machacase un vals, quizá recordando aquella patética actuación en ¡Mira quién baila! Luego -siguiendo con la impudicia- le sacó un paisaje de portadas del Hola amplificadas, ocho en total, en las que ella era la star principal. Y tras señalar con grandilocuente admiración «¡Toda tu vida expuesta ante ti!», se detuvieron especialmente en la última portada, la de este verano posando en el Pazo de Meirás, contando las martingalas y miserias de su última relación sentimental. Este posturismo frente al Pazo había levantado indignación porque este lugar fue declarado -a pesar de la oposición de los Franco- Patrimonio Cultural de libre acceso a visitantes, pero cuando ella o cualquiera de su familia están allí, los guardias impiden el acceso. O sea, que esta aparición de la nietísima en Tele 5 quizá era una infame operación de lavado, para intentar que colase que ella es muy despreocupada y natural, y que no había caído -¡mecachis!- en el uso y abuso del Pazo. ¡Ahh! Qué papelón, qué programas te hacen presentar, admirado Jordi González.
Toda esta impudicia televisiva sobre la nietísima podríamos contrastarla con el viaje que hizo esta semana el reportero Gonzo precisamente al Pazo (El intermedio). Habló con vecinos, con concejales del Ayuntamiento de Meirás, con un exalcalde, y todos relataron cómo en los años finales a la guerra civil los Franco obtuvieron el Pazo «por donaciones bajo coacción, a punta de fusil». A los que trabajaban en las minas hasta les descontaban directamente de la nómina una cantidad. Comentó el exconcejal Carlos Babío con tristeza y asco: «No sé si en Europa, la nieta de Hitler o la de Mussolini se pasean tranquilamente por las propiedades usurpadas».
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