El proceso soberanista en Catalunya

Ni urnas ni unidad

El peligro de naufragio para el independentismo está en el 9-N, que puede convertirse en un bumerán

XAVIER BRU DE SALA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Tenía que ocurrir: la lechera que llevaba una taza de porcelana fina en la cabeza ha tropezado por el camino con un hilo que va de derecha a izquierda y sostienen, a ambos lados, Artur Mas y Oriol Junqueras. La taza se ha resquebrajado. A partir de aquí, desolación y dudas entre la multitud que pedía urnas y unidad. Urnas y unidad. Dos cosas, solo dos. En vez de unidad, bastonazos dialécticos. En vez de urnas, simulacro de urnas.

A juicio casi unánime de los soberanistas, el president Mas lideraba o colideraba el difícil proceso con acierto y sin errores. Aun así, mientras la figura de Mas crecía, la federación política que encabeza se ha ido convirtiendo en un doble lastre cada vez más difícil de superar. Por una parte, el caso Pujol, un golpe moral gravísimo, sin precedentes en la historia del catalanismo. Por otra, Unió, que se niega a apuntarse al independentismo. Son muchos los partidarios del doble , sobre todo los nuevos, que están dispuestos a votar a Mas pero de ninguna forma a CiU. Tampoco a CDC. Consciente de esta traba insuperable, el presidente, Convergència Democràtica de Catalunya y una parte significativa pero no cuantificada de Unió, eran y son partidarios de la gran candidatura. Así lo expresó el martes Artur Mas en la rueda de prensa donde se hizo evidente tanto su soledad como su determinación.

Pocos dudan de que si Junqueras se hubiera conformado con ser el segundo de esta gran candidatura, en vez de seudoconsulta Mas habría anunciado la disolución del Parlament. No ha sido así. La razón de fondo de la negativa de ERC es dudosa. Unos afirman que se trata de la corrupción, que ya no salpica sino que mancha a CDC, y con tinta imborrable. Otros sostienen que Mas no estaba dispuesto a poner en el hipotético programa común la famosa Declaración Unilateral de Independencia.

En cualquier caso, Junqueras tendría que hacer públicas sus razones para el rechazo, y si son superables, sus condiciones. El caso Pujol no había impedido que fueran juntos hasta esta misma semana. Por lo tanto, ni la corrupción ni el programa común son creíbles como motivo para romper la cordada justo antes de intentar el ascenso a la cumbre.

Mientras tanto, deberemos suponer dos cosas. Una, que Mas no está dispuesto a presentarse y perder ante Junqueras. Y dos, que Junqueras, aunque diga lo contrario, se ve a sí mismo como el presidentpor declarar la independencia de Catalunya. El único obstáculo para una tan noble como inoportuna aspiración se llama Artur Mas, y es cuestión de eliminarlo. La explicación de Junqueras sobre el incumplimiento de Mas no se sostiene. Si la razón de fondo es que pretende derrotarlo en las urnas plebiscitarias, evitará recomponer la taza rota.

Así las cosas, el peligro de naufragio del crescendo independentista se encuentra en el 9-N, que se puede convertir en bumerán a partir del punto de inflexión de la ruptura del consenso. Suponiendo que Rajoy no haga a Mas el favor de prohibir las urnas devaluadas, una participación escasa sería catastrófica. A estas alturas es previsible pero no segura, porque en pocas semanas, incluso en días o en horas, puede pasar de todo. Después de un giro puede venir otro o unos cuantos seguidos. Pero por lo que podemos intuir con los datos de hoy, podría ser que el 9-N una parte significativa de los independentistas se quede en casa.

Sea como fuera, el independentismo catalán debe pasar por la prueba de las urnas, las urnas plebiscitarias, lo antes posible. Es mejor urnas con unidad de Mas y Junqueras que urnas sin unidad. Pero más vale urnas sin unidad que ni urnas ni unidad.

Tal como se han puesto las cosas, y Mas ha contribuido como el primero al crescendo en espiral, lo más difícil es alargar la legislaturaMas pretende liderar el  a la independencia. Por lo tanto, no se pondrá en manos del PSC. La ruptura entre Mas y Duran es asimismo un hecho, pero poco significativo en la actual vorágine. La unidad es cosa de dos, no de cinco o seis. La clave es: o Mas y Junqueras o ni Mas ni Junqueras. Los líderes políticos ya nos tienen acostumbrados a poner el listón muy alto, tan alto que después saltan por debajo.

Así lo han entendido ANC y Òmnium Cultural. Puestos a dividir, uno más da igual. La amenaza de presentar una candidatura civil por la independencia, al margen de los partidos, es muy creíble y ganaría. O Mas y Junqueras o ni Mas ni Junqueras. Bajo esta presión, los partidos independentistas se tendrán que convertir en corderos de ANC y Òmnium o arriesgarse a ser castigados por la sociedad civil como un ama de casa barre los restos de una taza rota.