Los otros efectos de un fichaje astronómico
Neymar: no toques a mi amigo
La semana anterior ya se rumoreaba su fuga, pero él debía montar escaparates con fotos del astro vestido de azulgrana el lunes
Durante unos días uno de mis mejores amigos fue el terrícola más preocupado por la huida de Neymar. Aunque resulte chocante, ese gran amigo no es el jeque Nasser Al-Khelafi, sino un tipo del que daré dos datos: de adolescente se daba un aire a 'Teo va al parque' (a fumar) y su nombre de Fotolog era 'barrioextrarradio'.
A pesar de afrontar su curro con osadía y alegría, quizá porque le gusta más Peret que Dylan, el fichaje de Neymar no le dejaba dormir. Literalmente. La semana anterior ya se rumoreaba su fuga, pero él debía montar escaparates con fotos del astro vestido de azulgrana el lunes. Así lo hizo toda esa noche, y la siguiente, chutándose cafeína en los globos oculares a sabiendas de que en unas horas debería desmontarlos, como los curris de 'Fraggle Rock' construyen civilizaciones de metacrilato para que se las zampen los de arriba.
Confirmado el fichaje, un mensaje de las 4 a.m. del jueves me informaba de que estaba rehaciendo todo tienda a tienda: le dedicaba bellas palabras a 'Ney', en la línea de las que el Camp Nou le dirigía a Bakero cuando daba otro pase atrás.
Héroes y arribistas
Se explica en 'Barry Lyndon' que los novelistas toman por héroe a un personaje anónimo «y se las arreglan para ponerlo en contacto con las personas más notables de su imperio». Tiene mi amigo mucho de héroe y Neymar algo del intrigante arribista de esa novela: ducho en los temas decorativos (se tatúa como el otro graba coronas en anillos de amatista), inventa su propia divisa ('Alegría e ousadia') y no tiene reparo en cambiar de casaca y de ejército («había montado colores franceses, después de los verdes y amarillos de los sajones, más tarde los negros y blancos de los prusianos»). En ese libro se dice que no hay diferencia entre el timador que se busca la vida con los naipes y el comerciante especulador: «Sus fardos de sucio añil son sus dados y el mar es su tapete». O, ahora, el campo de fútbol.
El don de la risa
En el fútbol financiero es normal que alguien como Neymar crea que Moral debe ser un voluntarioso lateral del Eibar. Porque Neymar, como Scaramouche, «nació con el don de la risa y con la intuición de que el mundo estaba loco». Con eso y con un talento para el regate mágico y para medrar en ese mundo loco y para robarle el sueño a mi amigo.
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