Análisis

El nuevo virrey

La figura del rey Messi es indiscutible pero Neymar desbancaráal segundo: CR7

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ERNEST FOLCH

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Hay momentos mágicos en que en un campo de fútbol ya no se juega para un resultado sino para la historia. El público que acudió ayer al Camp Nou sintió exactamente esto cuando corría el minuto 83 y Neymar inventó un prodigioso autopase, con vuelta sobre sí mismo y remate de volea sin que el balón tocara el suelo, una jugada que evocó inevitablemente a Ronaldinho pero que merece ser sencillamente suya: Neymar escala a tal velocidad hacia el olimpo que ya es él mismo su propio referente, con una fantasía cada vez más desbocada, que eso sí, entronca con la gran tradición brasileña.

El prodigioso movimiento de Neymar condensa muchas más cosas que un gran talento en un excepcional momento de forma: es en primer lugar la expresión de un fútbol que juega todavía para divertirse y que trasciende por supuesto la vulgar disquisición sobre un marcador irrelevante. Porque dentro de unos años nadie recordará el resultado del partido de ayer pero la creación artística de Neymar será guardada en la memoria colectiva y transmitida como es tradición de padres a hijos.

En un deporte cada vez más castrado por entrenadores burócratas, falsas erudiciones tácticas y resultadismos cortoplacistas, el gol maravilloso de Neymar invita, sencillamente, a soñar. La reacción del Camp Nou ante este momento de arte, con miles de personas asombradas con las manos en la cabeza, así lo revela: es por cosas así que vale la pena ir al campo.

Por supuesto, el gol no fue un hecho aislado sino que resultó ser la culminación de otra actuación portentosa del brasileño, que hizo una exhibición de juego y dejó por cierto muy mal parado a Pelé, que hace unos días tuvo la osadía de decir que Neymar era un jugador «poco completo» y demasiado «específico». Alguien debería enviarle urgentemente un whatsapp a Pelé con las mejores jugadas del partido de ayer, no vaya a ser que se encuentre en breve no solo que tiene que tragarse sus palabras sino que se empiece a discutir seriamente sobre quién es el mejor jugador brasileño de la historia, si él o Neymar.

Y es que la jugada antológica del brasileño del Barça demuestra que la lesión de Messi no solo ha propiciado que diera un paso de gigante hacia delante sino que está en condiciones de erigirse como nuevo virrey del fútbol mundial. La figura del rey sigue siendo indiscutible e indiscutida en cualquier foro que no sea dirigido por la central lechera, y el Balón de Oro será por supuesto para Messi, con o sin lesión de por medio.

Pero durante estas semanas Neymar ha logrado romper algo que parecía obvio, que era la segunda posición también indiscutida hasta la fecha de Cristiano Ronaldo. Pues bien, resulta que mientras CR7 va proclamando que él es el mejor del mundo, lo cierto es que este fin de semana, en el imaginario del fútbol mundial, ha sido incluso desbancado de la segunda posición, en la que ya está Neymar. Dejen paso al nuevo virrey.