Neymar se divierte, ¿y tú?

Neymar celebra con Rafinha un gol en un partido disputado el miércoles en Río a beneficio del Chapecoense.

Neymar celebra con Rafinha un gol en un partido disputado el miércoles en Río a beneficio del Chapecoense. / periodico

JORDI PUNTÍ

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Durante sus vacaciones de Navidad en Brasil, Neymar jugó un partido de feijoada, supongo que con el permiso del club. El amistoso era para recaudar dinero para los familiares de las víctimas del Chapecoense, y enfrentó a los “amigos de Neymar” contra los “amigos de Robinho”. Ganaron los colegas de Neymar por 13-9 y, a juzgar por el amplio resumen que vi en Youtube, más que un partido de fútbol fue un espectáculo de circo, emotivo y divertido y rocambolesco. Junto a futbolistas profesionales, había famosos como el piloto Felipe Massa, el cantante Wesley Safadao y un señor con una barriga cervecera que parecía un planeta por descubrir.

Huelga decir que, estando en Brasil, las virguerías eran bienvenidas. Pensé que si algunos jugadores del Athletic Club, el Atlético de Madrid y algún otro equipo veían esa charlotada, odiarían aún más a Neymar. El futbolista del Barça sacó su repertorio de malabarismos con y sin balón, e incluso hubo una jugada en la que, de broma, un rival se le arrodilló delante, pidiéndole por favor que no lo humillara. O quizá sucedería al revés, quizá finalmente sus detractores de la liga española entenderían que Neymar puede ir mucho más allá, que casi siempre se controla y que las lambrettas y sombreros y pases sin mirar son tan sólo una pequeña muestra de su catálogo.

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Al fin y al cabo el dilema siempre es el mismo: ¿hasta dónde debe llegar un jugador con sus recursos futbolísticos? Los más racionales dirán que la frontera es la efectividad, y que todo lo que ponga en peligro la jugada, debe quedar fuera. De acuerdo, pero a lo mejor la frontera es el instinto. El jugador tiene tan poco tiempo para pensar, que la mayoría de jugadas le salen porque sí, y quizás hay que ver la exhibición instintiva como parte de una reacción ante un juego hostil y destructivo. No estamos lejos del fútbol de calle, entre niños, con el abusón que saca el hacha y el escuálido que se lo rifa por donde quiere...

La actitud festiva de Neymar forma parte del espectáculo y de la esencia del fútbol, sobre todo mientras sus filigranas no perjudiquen a su equipo. En un circo tiene que haber de todo, malabaristas, domadores, payasos, directores de pista e incluso el que vende las entradas... Aunque a veces tenga un punto exhibicionista, excesivo, yo lo prefiero ante la austeridad defensiva, la seriedad de un 0-0, la grosería de una entrada a destiempo y con alevosía.

He dicho al principio que Neymar jugó un partido amistoso en Navidad. En realidad, que se sepa, jugó dos. El 28 de diciembre participó en otra barbacoa como homenaje a las víctimas del Chapecoense, "el partido de las estrellas de Zico", donde también había Rafinha y un grupo de jugadores profesionales. Neymar jugó 60 minutos y fue el mejor.

Visto el buen partido que hizo el jueves en el campo del Athletic Club, donde fue el mejor, quizás la solución hubiera sido que durante las vacaciones de Navidad, Messi y sobre todo Luis Suárez también se apuntaran a jugar partidos de solteros contra casados. Para mantener la tensión. Ante el Athletic, Neymar defendió activamente en la banda izquierda, hizo varias jugadas de mérito y recibió tantas faltas que dos jugadores impetuosos -Raúl García Iturraspe- fueron a la calle. Con más o menos parafernalia, pero siempre con este compromiso, este es el Neymar que debe ser vital para el resto de la temporada, empezando por esta noche en Villarreal.

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