Deshielo presupuestario

La CUP es consciente de que, si no hay cuentas, el Govern tendrá que convocar unas elecciones autonómicas y no un referéndum

Los diputados de la CUP Benet Salellas y Eulàlia Reguant, en el Parlament.

Los diputados de la CUP Benet Salellas y Eulàlia Reguant, en el Parlament.

MARINA LLANSANA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Se ha acabado la ola de frío siberiano y empieza el deshielo, también en las relaciones entre la CUP y Junts pel Sí. La negociación de estos presupuestos ya no ha tenido la hostilidad que tuvo la negociación fallida del año pasado, entre otras cosas porque JxSí ha hecho lo imposible por recoser la mayoría parlamentaria de los 72 diputados: se ha hecho suya la hoja de ruta y muchas de las medidas concretas que la CUP ponía sobre la mesa.

Es cierto que nadie respirará tranquilo hasta el sábado, que es cuando el consejo político de los 'cupaires' emitirá su veredicto definitivo a partir de lo que hayan discutido las bases en las asambleas territoriales de esta semana. Y no hace falta recordar que las asambleas de la CUP han proporcionado a la política catalana momentos de suspense y giros argumentales que han provocado auténtica estupefacción incluso entre sus propios votantes. Pero también es innegable que los 'cupaires' esta vez tienen muy difícil votar en contra. Aunque cualquier postura política es legítima, es de prever que la CUP opte por el 'sí' por dos motivos:

El primero, por el referéndum. El argumento de la CUP para tumbar los presupuestos del año pasado fue la discrepancia con la estrategia política de JxSí y especialmente con el desenlace: querían que se celebrara un referéndum y no unas elecciones constituyentes. En el debate de la moción de confianza, Puigdemont se hizo suya la propuesta 'cupaire' y la dobló: referéndum o referéndum. Y desde entonces el Govern en pleno la ha defendido con uñas y dientes. Ha desaparecido, pues, el obstáculo principal de la CUP para oponerse a las cuentas.

LA PARTIDA SOCIAL

El segundo: porque son unas buenas cuentas desde el punto de vista de la izquierda y del independentismo. Incluyen la mayor partida social que han tenido nunca unos presupuestos (un 77% del total), incorporan el dinero para el referéndum y, además, recogen muchas de las demandas 'cupaires'. Los de Junqueras se han arremangado para negociar y han aceptado diversas enmiendas: más maestros, más dinero para la renta mínima garantizada, nuevas figuras impositivas. Vetarlas ahora sería alargar el sufrimiento de muchas personas que necesitan la aprobación de las cuentas para poder acceder a las partidas sociales ahora insuficientes en los presupuestos prorrogados.

La CUP es consciente, además, de que, si no hay presupuestos, el Gobierno catalán tendrá que convocar unas elecciones autonómicas y no un referéndum. Con un Govern bloqueado políticamente en el Parlament, asfixiado financieramente por el Estado, con los intentos de nuevos impuestos parados en el Tribunal Constitucional, se verían abocados a poner fin bruscamente a la legislatura. Y eso no pasará.

Aclarado, pues, este dilema, ahora ya solo nos queda una duda: cuántos minutos tardará el Constitucional en suspender la partida de los presupuestos de 5,8 millones de euros destinada a organizar el referéndum. Seguro que serán mucho más rápidos ellos tumbándola de lo que lo habrían sido los parlamentarios aprobándola.